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Reportaje:Empresas & sectores

San José se aparece en el parqué

Revela su delicada situación y las duras condiciones que le ha impuesto la banca

"El mercado valorará positivamente nuestra solidez y capacidad de expansión, tanto geográfica como de negocio, y la salida a Bolsa incrementará la confianza de los accionistas en un proyecto iniciado hace más de treinta años". Jacinto Rey, accionista de control de San José (posee directa e indirectamente casi un 53% del capital), aprovechó el estreno en el parqué del grupo constructor que preside para mirar hacia delante y, en una de sus contadas apariciones públicas, dio por seguro que la compañía podrá "competir en el complejo entorno actual". Esa vista puesta en el horizonte no ha impedido a San José pasar por el trance de situar su presente en un ejercicio de transparencia obligado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores, y revelar cuál es la realidad de su situación financiera y patrimonial, que corre pareja a la de otros muchos grupos constructores.

Llevaba intentando cotizar desde 2006 y para ello se hizo con el 55% de Parquesol
Debe casi seis veces su valor patrimonial y la banca le controla activos y dividendos

San José llega a la Bolsa como final de una etapa que comenzó en 2006, cuando el grupo gallego, en plena oleada de compras en el sector promotor, adquiere a la familia vallisoletana Fernández Fermoselle el 54,7% de Parquesol a un precio de 23,1 euros por acción. San José pagó 917 millones ya con la mirada puesta en el parqué y en un acceso al mismo a través de lo que en la jerga bursátil se entiende como un listing, descartando una oferta pública de venta (OPV). El viernes 17 de julio, el último día de cotización en solitario de la inmobiliaria Parquesol, que San José emplea como plataforma para comenzar a cotizar, la capitalización de dicha inmobiliaria ascendía a 298 millones, casi tres veces menos de lo que pagó en su día el grupo de Rey. En su estreno en el parqué, el lunes último, el valor con el que cerró la nueva compañía fusionada se situó en 879 millones de euros, también por debajo de lo que costó en su día

Parquesol.

La crisis se ha cruzado en los planes de Jacinto Rey y frenado en seco el crecimiento de la compañía gallega, que llega al mercado después de varios retrasos encadenados. Y dos han sido los factores, también combinados, que han agitado el cóctel de los problemas en estos dos años: la compra de Parquesol, y la refinanciación de una deuda, suscrita en gran medida para sufragar dicha adquisición, que ha dado la vuelta al balance de la compañía. En abril de este año, cuando San José hizo públicos sus últimos datos, su patrimonio neto (418,2 millones) era casi seis veces inferior a su deuda total, cifrada en 2.338 millones. El pasivo total de la compañía, que al cierre de 2008 se situó en 3.152 millones, casi se duplicó para asumir la compra de Parquesol.

El folleto de admisión de la compañía, presentado en la CNMV poco antes del inicio de su cotización, muestra también los desgarros de la crisis en su cuenta de resultados. Si durante los dos últimos años San José había elevado su beneficio por encima de los 55 millones de euros en cada ejercicio, al cierre de 2008 registró números rojos por importe de 68,6 millones de euros. El resultado antes de impuestos arrojó pérdidas de 99,6 millones, mientras que sus gastos financieros netos se dispararon hasta los 74 millones, un 35% superiores a los de 2007, para asumir el pago de una deuda financiera neta de 1.698 millones. Y su cifra de negocio consolidada cayó el último año un 13%, hasta los 1.350 millones.

Pero si algo revelan las cuentas de la compañía son sus dependencias, tanto en lo que hace referencia al negocio constructor e inmobiliario como a las condiciones que le han sido impuestas por la banca en el último contrato de refinanciación. De un lado, 96 de cada 100 euros que ingresa proceden del ladrillo, y hasta un 85% de su facturación se centra en el mercado español, a pesar de su fuerte presencia internacional, repartida por más de diez países y con unos 4.000 empleados. San José contrarresta estas ataduras con un plan estratégico que pivota sobre su diversificación, que pasa por la energía y las nuevas tecnologías, aunque hoy es más un objetivo que una realidad.

Si a 31 de diciembre su cartera contratada pendiente de ejecutar dentro de la división de construcción ascendía a 1.252 millones de euros, en el área de nuevas tecnologías sumaba 550 millones. A ellos, incorpora "aproximadamente 200 millones de euros", y da por contratada, la admisión a trámite de un concurso de adjudicación de parques eólicos resuelto con polémica por la Xunta de Galicia a finales del año pasado, con socialistas y nacionalistas en el Gobierno gallego, que actualmente está recurrido por diversas empresas y en revisión por parte del nuevo Ejecutivo gallego del popular Núñez Feijóo, lo que deja en el aire el resultado final.

La refinanciación de hasta 1.300 millones de euros firmada en abril con un sindicato de bancos pone deberes muy estrictos a la compañía, cuya política de dividendos, además, queda condicionada a la autorización previa del pool financiero. Incluso si obtuviese ingresos extraordinarios por la venta de activos, la renegociación firmada por su consejero delegado, Miguel Zorita, le obliga a "destinar esos flujos monetarios a la amortización anticipada de la deuda financiera o a la reinversión en determinadas ramas de actividad de su negocio".

Este escenario no impide a la compañía presidida por Jacinto Rey guardar como oro en paño lo que puede ser uno de sus grandes negocios: la conocida como Operación Chamartín, en lo que será la futura ampliación de la Castellana, desbloqueada este mismo año. La compañía de Rey, que controla un 27,5% del capital de Duch, la concesionaria, logró antes de la salida a Bolsa que el total de desembolsos pendientes sobre el capital de dicha sociedad, que ascienden a 8,2 millones de euros, sea exigible a partir de 2010.

La previsión de no repartir dividendos y el hecho de que su capital en Bolsa sea muy reducido en proporción al que controla el núcleo de accionistas estables son otros dos factores que pueden condicionar la evolución en el mercado de San José, que en su semana de estreno se ha movido en horquillas de contratación escasas. Los accionistas representados en su consejo controlan el 53,5% de su capital. Y entre cinco propietarios relevantes del nuevo grupo, Jacinto Rey, la familia Ávalos (18,5%) y Caja Castilla-La Mancha (5,55%), suman algo más del 77% del accionariado, de forma directa e indirecta.

Ante esta situación, uno de los compromisos asumidos por el nuevo grupo cotizado ha sido el de incrementar, en un plazo no superior a un año, su free float, el capital que cotiza libremente en Bolsa, que actualmente no llega al 20% si se descuentan participaciones de

Caja de Burgos y de accionistas minoritarios de la antigua Parquesol. Esa obligación contraída le llevará, al menos, a tener 25 de cada 100 acciones en el mercado.

Desde que en 1975 nace lo que hoy es el Grupo San José, de la mano de un perito, antiguo profesor de matemáticas, enrolado en una pequeña constructora familiar surgida en 1962 y radicada en Pontevedra, donde el grupo sigue teniendo aún su domicilio social, ha habido un largo trecho. Tan duro como las idas y venidas en los últimos tres años para lograr la salida a Bolsa. Lo sabe muy bien su presidente, Jacinto Rey, aquel contable que hace ahora treinta años se embarcó en la construcción. -

Jacinto Rey, su presidente, en el estreno bursátil de San José.
Jacinto Rey, su presidente, en el estreno bursátil de San José.EFE

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