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Controlando la torre

El intento de AENA de rebajar los costes de navegación reabre la guerra con los controladores aéreos

Trabajan en torres que muchos consideran de marfil. Los controladores aéreos tienen fama de ganar sueldos astronómicos, proporcionales a una capacidad de presión insólita para cualquier trabajador: sin recurrir a una huelga son capaces de provocar serios problemas en los aeropuertos. El más reciente episodio, el pasado jueves, cuando Madrid-Barajas sólo pudo abrir dos de las cuatro pistas por falta de personal en la torre. Con su simple rechazo a realizar horas extra, y ayudados por una programación de turnos claramente mejorable, los pasajeros sufrieron retrasos de 40 minutos de media durante todo el día. El sindicato USCA (al que está afiliado el 95% de los profesionales) reconoce que hubo SMS llamando a negarse a hacer horas extra, pero les quita importancia.

La reacción de AENA, el gestor público de los aeropuertos, fue denunciar el mismo jueves el acuerdo vigente en Madrid sobre el número mínimo de controladores (que no se ha sustituido aún por una nueva norma). Además, el viernes próximo caduca el pacto que permite programar los turnos con sólo 10 días de antelación en vez de los 90 habituales. Y por primera vez un delegado sindical (también de Madrid) ha sido sancionado con un mes de empleo y sueldo (que ha recurrido) por faltar al trabajo de modo supuestamente irregular. El conflicto siempre latente va camino de la guerra abierta.

En los últimos años se ha fiado el crecimiento del tráfico y la apertura de nuevos aeropuertos a prolongaciones de jornada y horas extra, ambas voluntarias. Pero AENA decidió hace ocho meses que la bajada del tráfico por la crisis económica (y la constatación de que se estaban rozando los límites de la seguridad) le da una oportunidad única para que la navegación aérea española deje de ser la más cara de Europa con gran diferencia, por los desorbitados costes salariales. Él último estudio publicado por Eurocontrol, referido a 2007 y publicado en mayo, afirma que los costes salariales de AENA duplican los de los otros grandes operadores europeos.

El plante de enero

Los cambios en la gestión de los turnos en diciembre provocaron el enfado de algunos profesionales, de modo que el 2 de enero un tercio de los controladores de Barajas presentó baja médica.

El nuevo presidente de AENA, Juan Lema, ofrece diálogo para llegar a un nuevo convenio, pero traza claramente las líneas rojas de la negociación: el objetivo es rebajar a medio plazo las tasas de navegación. Para ello se asignan plantillas muy ajustadas que se completan con horas extra, lo que supone un ahorro, pero también un riesgo.

La solución al conflicto no es sencilla, pero AENA confía en que los controladores acepten aplicar normas más racionales, en parte por la presión que pueden suponer las normas europeas. La Unión Europea ha sacado tarjeta roja por la demora de España en trasponer la directiva que permite que los controladores puedan trabajar en cualquier país. Fuentes de AENA señalan que el real decreto verá la luz en otoño y pondrá un grano para lograr cierta competencia.

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