Una muestra pictórica recuerda a las científicas olvidadas
El acuario coruñés alberga la exposición 'Ciencia Ex Aequo'
Dicen que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. En descubrimientos científicos fundamentales como la fusión nuclear, los cromosomas del sexo, la composición y clasificación de las estrellas o la demostración de que la naturaleza distingue entre la derecha y la izquierda sólo resultaron premiados y reconocidos varones, cuando era una mujer la que debía llevarse el mérito. Y es con ánimo de rendir tributo a 12 grandes científicas ignoradas, olvidadas o relegadas a un segundo plano que nació la exposición Ciencia Ex Aequo, que acoge hasta finales de agosto el Acuario Finisterrae de A Coruña.
La idea partió de Margarita Cimadevila, química y profesora de instituto que dedica su trabajo artístico como pintora a unir arte y ciencia. Tras investigar sobre la discriminación histórica de las mujeres en el campo de la ciencia, seleccionó a 12 de entre ellas cuyo trabajo en el siglo pasado en los ámbitos de la física, la química, la biología, las matemáticas y la astronomía resultó determinante, pero que nunca fueron reconocidas por ello.
Las homenajeadas vieron cómo se premió a hombres por sus trabajos
Cimadevila dedicó un lienzo inspirado en el hecho científico sobre el que cada una de estas sabias mujeres, prestigiosas pero olvidadas, trabajó. Es una exposición que también pretende recordar a "aquellas a las que les fue negado el estudio pero se ocuparon de abrir el camino para que otras llegasen a la universidad", según destaca la artista coruñesa.
Varias de las ahora homenajeadas vieron cómo hombres, colegas de profesión o incluso esposos, fueron honrados con el Premio Nobel por trabajos o descubrimientos que eran de ellas. Así le ocurrió a la genetista estadounidense Nettie Stevens que descubrió en 1905 los cromosomas X e Y que determinan el sexo de las personas. Un científico reputado también publicó casi al mismo tiempo la misma conclusión y se llevó en solitario todo el mérito.
El colaborador varón de la austríaca Lise Meitner recibió el Nobel en 1944 por los cálculos que permitieron descubrir la fusión nuclear sin mencionar a la autora real. Algo parecido le pasó a la también estadounidense Chien-Shiung Wu, responsable de demostrar en 1957 que la naturaleza distingue entre la derecha y la izquierda, la denominada teoría de la no conservación de la paridad.
Lo mismo le sucedió a la británica Rosalind Franklin, que vió como se llevaron el Nobel en 1958 dos científicos por uno de los logros médicos más importantes del siglo XX, como fue la fotografía 51 que ella realizó, y que permitió revelar la estructura de doble hélice del ADN.
"Siempre nos preguntaremos dónde habrían llegado estas mujeres si sus circunstancias laborales, investigando y estudiando en condiciones lamentables y con salarios ridículos o inexistentes, hubiesen sido otras", comenta Margarita Cimadevila.
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