Previsiones incumplidas
Contador dice que no quiere aún el liderato, su director se lamenta por no tenerlo y para Armstrong el ataque "no era lo planeado"
A veces la grandeza del ciclismo radica en que fallen todas las previsiones. Y fallaron. Se esperaban ataques largos de quienes habían perdido tiempo y no los hubo. Se esperaba a Contador o Armstrong como nuevo líder y fue el italiano Nocentini, cuando estuvo a punto de serlo el francés Feillu y parecía que lo había sido Contador. Falló Radio Tour y Johan Bruyneel, el director del Astana, no sabía en meta si tenía líder o si no, ni por cuánto ni cómo. Por fallar falló hasta la meteorología: se temía la lluvia y lució el sol, pero apareció el viento en contra, "y así es imposible sacar grandes diferencias", advirtió Bruyneel.
Hasta a la hora de sacar consecuencias no se ponían de acuerdo unos y otros. Contador casi se felicitaba por no vestir de amarillo. "Es mejor que lo lleve en este caso Nocentini, ya que así su equipo tratará de defenderlo y eso es bueno para nosotros", dijo Contador. Su director, Bruyneel, sí lo quería, pero le fallaron los cálculos: "Habíamos previsto arrancar cuando los fugados llevasen diez minutos de ventaja para restar cinco en el llano y otros cinco en la subida, de forma que nosotros pudiéramos ganar arriba con dos minutos o dos minutos y medio". Y alcanzar así el maillot amarillo. El reloj fue más lento de lo previsto y se hizo tarde. "Cuando alcanzaron tanta distancia, vimos que el conseguirlo era muy difícil y decidimos no desgastar al equipo", resumía Armstrong, para quien "el ataque de Contador no era lo planeado", contradiciendo de esta manera a su director. "No había más táctica preconcebida que ir muy juntos, que hablaran entre ellos y al final actuaran según las circunstancias", explicaba Bruyneel; "no había más indicaciones". Y tales circunstancias debieron de ser las que motivaron el ataque final de Contador, extrañado "por la falta de ataques de los demás". Sobre Armstrong, ni una palabra. La guerra de Alberto Contador es otra.
El español se mostró extrañado "por la falta de ataques de los demás" en la subida
"No había más táctica que ir muy juntos y que hablaran entre ellos", dice Bruyneel
Carlos Sastre, el predeterminado por todos como agente de la revolución, borró esta etapa de su libreta porque su momento, entiende, estará en la tercera semana, no ahora, cuando los demás están tan fuertes. Evans también quiso vencer la timidez, pero acabó escondido de nuevo. Sólo Andy Schleck hizo un tímido intento de seguir a Contador, pero se rindió ante el "probablemente, mejor escalador del mundo", según Armstrong. "En la montaña me siento mucho mejor que en el Giro", asegura el estadounidense, feliz por su actual posición: "Estoy muy cerca del maillot. Contador, Leipheimer y yo estamos muy bien situados". Los tres, junto a Klöden, pasaron ayer el control de sangre en Barcelona, antes de la salida.
La ruleta del maillot amarillo le tocó a Nocentini, que se lo ganó a pulso, pero entre errores y fallos el liderato fue de un lado a otro hasta acabar enfundado en el cuerpo del corredor italiano. Lo único que estaba claro es que a falta de siete kilómetros para la meta lo había perdido Cancellara. No pudo más cuando el rodillo del Astana metió una marcha más en la subida. Fue la única previsión que no falló.
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