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Reportaje:

"Una ola de solidaridad"

Aumenta el número de donaciones y voluntarios en los bancos de alimentos

"Una de las nuevas fórmulas" para ayudar a las personas con necesidad económica, cuenta la fundadora del Banco de Alimentos de Lugo, Amadora Núñez, "es que ahora compramos más chucherías, para que cuando los padres lleguen a casa con los carros de comida, los niños no noten que algo va mal". Núñez se muestra optimista. Ha visto aumentar en un 45% el número de personas que acuden al centro a por comida, pero también el de voluntarios y donaciones a la causa. Los tres principales Bancos de Alimentos (BA) gallegos (Vigo, Lugo y A Coruña) capean con éxito la demanda de menús, debido a "una ola de solidaridad". Gracias a su gestión, los comedores sociales no se han visto desbordados.

Las personas que acuden a pedir comida son ahora un 45% más
"Bajan la cabeza, no quieren mirar, no quieren que se les vea pidiendo"

"Este año he llegado a ver a personas que llegan blancas de vergüenza pidiendo comida", explica Núñez, fundadora del BA lucense. Lo mismo ocurre en Vigo. El perfil del nuevo "pobre vergonzante" ha cambiado. Las familias monoparentales son los nuevos clientes. Vigo, que hasta diciembre surtía a cerca de 140 entidades benéficas, en los últimos meses atiende a 20 más. La comida se agota pronto, "mucho antes", explica el banco vigués, "pero por suerte las empresas nos ayudan más". Además, cuentan en Lugo, los proveedores son flexibles con los pagos: "Me dicen: 'Amadora, pagad cuando podáis, sin prisa'. Lo agradecemos".

El banco lucense distribuye cada mes cerca de diez toneladas de comida, casi el doble que en 2008. "Si el año pasado, el 15 de mayo, se prepararon 16 carros, este año cargamos 29 lotes repletos cada semana", explica Amadora. En Vigo se reparten cerca de 30 y en A Coruña, 15 toneladas al mes. Este centro, que cambió su directiva hace pocas semanas, está estudiando copiar el modelo lucense de economato. Además de dar comida a los centros sociales y de beneficencia, abren un día a la semana las puertas para que las familias llenen sus carritos. "Vienen con un informe en el que consta el número de familiares, el nombre del portador y la declaración de que no tienen medios para subsistir", explica Núñez.

Ningún centro funciona igual que otro, pero los tres tienen en común el voluntariado. "Todas las manos son bien recibidas", apunta Rafael San José, presidente del banco coruñés: "Somos más, pero siempre es necesaria gente, manos fuertes, que muchos de los voluntarios son ya mayores". Los bancos de alimentos atribuyen parte del éxito a la implicación de los pequeños empresarios y a las grandes superficies. "Nos dejan todo más barato, nos donan parte de su mercancía, e incluso nos regalan cámaras frigoríficas y una furgoneta". "La situación no es buena para nadie", añade Núñez, "pero vemos que podemos pedirles ayuda, sin apuro de ningún tipo, cuando quieran y puedan".

Los comedores benéficos empezaron a acusar un aumento de la demanda de un 80% en los primeros meses del año. Los bancos de alimentos lo saben. Tienen esperanza, e intentan "transmitir alegría", explica San José. Coincide con los otros centros en que la situación es "delicada" y la demanda "avasalladora". Y aunque no teme que los centros se desborden, siempre es necesaria la ayuda.

Los comedores sociales, los albergues de instituciones religiosas y organizaciones sin ánimo de lucro, como la cocina económica, llevan meses sufriendo filas kilométricas. "La cola a las puertas de los comedores sociales y albergues impacta", cuenta el secretario del BA de Vigo. Los ayuntamientos de las siete principales ciudades, en cambio, creen que los convenios que mantienen con estas instituciones son suficientes. Sólo Lugo y Ourense tienen comedores y albergues municipales para acoger la demanda.

Los días 4 y 5 de julio, A Coruña pedirá alimentos ante las puertas de una gran superficie. Esta operación kilo servirá para surtir los almacenes de los bancos y atender a la triste estampa: "Bajan los ojos", cuenta San José, "no quieren mirar, no quieren que les vean pidiendo".

Un hombre entra a la Cocina Económica de Santiago de Compostela.
Un hombre entra a la Cocina Económica de Santiago de Compostela.ANXO IGLESIAS

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