Como Doohan y Crivillé
Si una cosa ha quedado clara tras las seis primeras carreras de esta temporada es que la Yamaha es la mejor moto de la parrilla. Ahora ya no puede haber nadie que dude de eso. Esta marca ha ganado cuatro pruebas, con dos pilotos distintos y en todas las circunstancias posibles (lluvia, seco, calor y frío). Con ella, lo que tienen que hacer los tipos de la talla de Rossi o Lorenzo es calibrarla a su gusto, modificar algunos parámetros precisos que les harán ir más cómodos en función de las características de cada circuito. Rossi ha demostrado a lo largo de toda su carrera lo que es capaz de hacer, pero lo que está consiguiendo Lorenzo me está dejando atónito. Éste es su segundo año en MotoGP y el primero que compite con los neumáticos Bridgestone y el nivel de adaptación y pilotaje que ha demostrado hasta ahora es brutal.
A Lorenzo le sale todo. Rossi comienza a estar un poquito asustado por la fuerza con la que empuja su compañero
La situación actual del Mundial me recuerda un poco a la que se vio a finales de la década de los noventa, cuando Honda tenía una moto tan perfecta que llegó incluso a ganar todas las carreras de una temporada. Eso pasó en 1997 y los pilotos eran Doohan y Crivillé. En cierto modo, aquel campeonato me recuerda un poco al actual. En Honda había un piloto que ejercía de líder (Doohan), y otro jovencito que cada vez se lo ponía más difícil (Crivillé). Esos dos perfiles son los que hay ahora mismo en Yamaha: un líder (Rossi) y un aprendiz (Lorenzo) que cada vez se lo pone más complicado a su teórico jefe. Estoy seguro de que Lorenzo también ha puesto de su parte para mejorar esta moto, pero ha sido Rossi quien la ha creado. En estos momentos, las circunstancias han hecho que Honda no tenga un líder porque Pedrosa lleva muchos meses lesionado y Dovizioso todavía no está listo para asumir las riendas de una fábrica.
Lo mejor de la carrera de ayer en Montmeló fue que, al menos durante las tres últimas vueltas, la crisis económica que paraliza el mundo pareció paralizarse porque nadie se acordó de ella. Uno tiene que ser piloto para tomar conciencia del adelantamiento que Rossi le hizo a Lorenzo en la última curva. La gente no se da cuenta de lo estrecho que es el sitio por donde Valentino metió la moto. Tiene la anchura de la hoja de un cuchillo. Una cosa es entrar rápido, que se puede hacer, pero otra muy distinta es conseguirlo sin acabar pegado al muro exterior. Lo que ocurre es que, desde mi punto de vista, habrá muchos que se equivocarán a la hora de juzgar lo que ocurrió ayer entre Valentino y Jorge.
Es verdad que la victoria fue para Rossi y que los mayores cumplidos se los merecía él. Pero, a la hora de analizar lo que está pasando entre ellos, yo preferiría ser Lorenzo. Con la carrera que hizo ayer, Jorge le vino a decir "vale, ya te tengo", porque le obligó a hacer cosas casi imposibles. La diferencia que hay ahora mismo entre ellos debería ser muy superior si se atiende a que uno está considerado como el mejor piloto de todos los tiempos y el segundo es un chaval que sólo lleva un año y medio en MotoGP. Mientras que Lorenzo está disfrutando y le sale todo fácilmente, Rossi comienza a estar un poquito asustado por la fuerza con la que empuja su compañero de equipo.
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