El metal de Vigo vuelve a la calle tras romper la negociación

Los trabajadores del metal vigués suelen decir que cuando la fábrica de PSA Peugeot Citroën estornuda, el resto de la industria se resfría. Por eso los sindicatos (CC OO, UGT y CIG), que llevan tres meses negociando sin éxito el convenio provincial para el metal en Pontevedra, quisieron ayer extender la protesta a las empresas con regulación propia. Eso incluía tanto a la fábrica de coches como su larga lista de suministradoras. Desde primera hora de la mañana los piquetes recorrieron los polígonos industriales cortando con barricadas una de las salidas de la autopista de Vigo a Pontevedra. A mediodía ya eran cerca de 8.000 los manifestantes concentrados en las inmediaciones del estadio de Balaídos para impedir la llegada del segundo turno de trabajo a la planta, custodiada a esa hora por un fuerte dispositivo policial. Al grito de "somos trabajadores, no delincuentes", los huelguistas intentaron traspasar, sin éxito, el cordón de los antidisturbios con las manos en alto. La huelga obligó a PSA a suprimir uno de los turnos de trabajo y a terminar la jornada con 1.200 vehículos ensamblados, 400 menos que en un día normal.

En el fondo del conflicto está la falta de acuerdo en la mesa del metal, que negocia un convenio considerado como una referencia para la industria. Los sindicatos piden incrementos salariales del 4% y la patronal ofrece como tope el 1,9%.