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Reportaje:

"El dolor me afecta mentalmente"

El 'número uno' del tenis viajará a Wimbledon, pero no asegura su participación por una lesión de rodilla

Cuando Rafael Nadal se dirigía ayer, a las once de la mañana, hacia el aeropuerto de Barcelona, terminados dos días de pruebas en sus doloridas rodillas, sabía dos cosas y desconocía una fundamental: le habían dicho que podrá viajar a Londres el día 16 para prepararse para Wimbledon, que hasta entonces tendrá que someterse a un "intensivo" régimen de antiinflamatorios y fisioterapia para recuperarse de la tendinitis de inserción y el "ligero" edema óseo que sufre en una rodilla y que nada de eso, ni siquiera ese "doscientos por ciento" que ha prometido dar de sí mismo, le asegura estar presente el día 22 en el torneo, en el que defendería el título ganado el año pasado y, dependiendo de los resultados de Roger Federer, su condición de número uno del tenis mundial.

"Me quedan por delante dos semanas de trabajo muy duro para recuperarme"
Casi ni ha corrido y se ha entrenado muy poco desde que perdió en París
Paga su éxito: este año ha jugado 49 partidos por los 39 de Federer

"Llevo jugando con dolor en mis rodillas varios meses y, personalmente, no puedo seguir así. El dolor me limita físicamente ciertos movimientos, lo cual hace que tampoco me encuentre bien mentalmente", explicó Nadal. El campeón viajó a Barcelona con Rafael Maymó, su fisioterapeuta, "el ejecutor", como le llaman en su entorno, porque será el encargado de aplicar el tratamiento de mesoterapia, magnoterapia y termoterapia al mallorquín, que se sometió a una serie de pruebas durante dos días: resonancia magnética, ecografía y gammagrafía ósea, sin entrenarse en el Real Club de Tenis Barcelona como hizo en otras ocasiones, ya que desde que perdió en Roland Garros, en octavos y contra Robin Soderling, "casi ni ha corrido y se ha entrenado a un ritmo muy bajo".

Nadal afronta seis días de esfuerzos sin premio asegurado. "No saldré a ninguna pista y mucho menos a la central de Wimbledon a ver qué pasa. Si salgo, sé que estaré al ciento por ciento. Me quedan por delante dos semanas muy duras en las que tendré que trabajar no en lo que más me gusta, el tenis, sino en recuperarme", advirtió.

El número uno, que se reincorporará progresivamente a los entrenamientos "a partir de las 48 horas de tratamiento", pasó los días posteriores a su eliminación en París junto a sus amigos, en la playa, donde disfrutó de su moto acuática. Ahora se enfrenta a dificultades extremas para defender su título en Londres. Si consigue jugar en Wimbledon -en teoría, tiene hasta el lunes 22, cuando estrenará la central, para renunciar-, lo hará sin haber competido en hierba, puesto que tampoco ha podido intervenir en el torneo Queen's, habitual preparación para el londinense. Por eso se plantea jugar una exhibición a finales de la próxima semana. Entonces atravesaría el ecuador de los seis días de buenas prácticas que Toni Nadal, su tío y técnico, considera indispensables para "ir con garantías". Viendo lo que hizo en 2008, quizá no sea suficiente.

"Veinticuatro horas después de ganar Roland Garros, Rafa cogió el trencito de París a Londres y ahí estábamos, sentados en un banco, en las pistas de Queen's", dice Mariano Hood, doblista argentino que disputó esa prueba con el español en 2008; "¿te conviene esto, Rafa?, ¿no te convendría descansar?, ¿no deberías aflojar?', le decía yo. Y él: 'No, Mariano; yo me entreno a tope cuando llega el pasto y así luego me siento como si jugara en tierra".

La anécdota subraya varios aspectos de la vida de Nadal. Su necesidad de ejercitarse sobre la hierba lo máximo posible. Su voracidad. Y su cargado calendario. De 23 años, se ha perdido desde octubre de 2008 la Copa de Maestros, la final de la Copa Davis ganada por España a Argentina, el torneo de Dubai y ahora el Queen's.

Al contrario que Federer, Nadal juega la Copa Davis. Desde siempre concentra esfuerzos en la gira de tierra, donde está obligado por el reglamento a jugar en Roma y Madrid. Disputa Montecarlo, que no es imperativo desde este año, por razones emocionales: ahí, derrotando en 2003 a Albert Costa, empezó a hacerse un nombre. Y juega Barcelona, que organiza la agencia que gestiona su carrera, por razones parecidas: es su club y es su gente, como dice siempre.

El reglamento también le impone cuatro torneos de nivel 500. Nadal paga su éxito. Ha jugado más que Federer (49 partidos este año por 39) porque ha ganado más que él. Todo, sin embargo, tiene un límite. Su cuerpo, que no descansó seis semanas tras el Abierto de Australia como el del suizo, también.

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