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Reportaje:

La moda enxebre conquista Ferrol

Escaparates de la ciudad muestran el vestir de los gallegos desde el siglo XIX

Vuelven las saias rojas, el refaixo, el xustillo y las zocas. La moda enxebre, máximo exponente del folclore y de la tradición gallega, se impone en Ferrol. Los maniquíes de una veintena de comercios del centro de la ciudad lucen pololos y enaguas de lino y algodón, dengues (capa cruzada sobre el pecho) y mantelos (mandil abierto) del siglo XIX bordados a mano. Auténticas piezas de museo al otro lado del cristal codeándose con las últimas tendencias de las primeras marcas.

La I Mostra Aberta de Traxes de Ferrol, organizada por la agrupación folclórica Terra Meiga, ha revuelto baúles, arcones familiares y museos para llevar un fragmento de la historia de Galicia en la calle a través de la vestimenta de nuestros ancestros coincidiendo con la celebración de las Letras Galegas. "El traje típico gallego es mucho más que esa falda roja para bailar y tocar la gaita", asegura Basilio Baamonde, presidente de Terra Meiga.

"El Camino de Santiago fue una auténtica pasarela de moda"
Durante la guerra se acortaron las saias para imitar a las enfermeras

De la ropa, explica Baamonde, se infieren los usos y costumbres de un país y de una época. Refleja la procedencia social, los hábitos de vida e incluso señala la ubicación geográfica de un pueblo o aldea. En la muestra puede verse desde una falda y camisa de gruesa lana, tejida a mano en algún telar doméstico de una aldea lucense de alta montaña, hasta un antiquísimo dengue de boda bordado al aire, o una parlamenta, una singular capa triple que cae en cascada hasta la cintura de las mujeres muy difícil de encontrar.

El traje gallego tampoco escapó a las tendencias del momento. "El Camino de Santiago fue una auténtica pasarela de moda", señala Bernardo Díaz, codirector de la muestra junto a Mónica Longueira. "El traje gallego fue presa de las modas y evolucionó al ritmo de la sociedad, con la diferencia de que ocurría cada 20 años, no cada temporada".

Durante la II Guerra Mundial, las enfermeras recortaban sus faldas para ir a atender los hospitales de campaña del frente y las gallegas también acortaron la saia. Los ricos mantones de Manila llegados desde las colonias se copiaron, sobre todo, en las aldeas marineras y la moda parisina de los años 20 también repercutió en la forma de vestir de las gallegas, que llenaron de puntillas sus camisas de gala en función del poder adquisitivo. "Las modas llegaban primero a las costas, vía marítima, o a través de los comerciantes maragatos (de León) y lusos". En la raia se estilaba el estraperlo con los tejidos que Portugal traía de sus colonias de Ultramar, explica Díaz. Los emigrantes que querían emparentar con gallegas, también enviaban a sus prometidas exquisitos ajuares repletos de tejidos exóticos que revolucionaron la moda en las aldeas.

Vestidos de gala o de diario, típicos de aldeas de mar o parroquias de montaña, pueden verse estos días en Ferrol dando forma a 21 trajes de hombre y mujer, a base de una quincena de piezas y complementos que los integrantes de Terra Meiga han ido recopilando en los últimos 41 años a base de recoger prendas "irrepetibles" de aldea en aldea y de rebuscar en los anticuarios de Platerías. "Buscamos que la ropa tenga que ver algo con el comercio", explica Baamonde. En las zapaterías se exhiben zocas y botas de caña, sombreros y gafas antiguas se muestran en una óptica y en una tienda de regalos destaca una regueifa, es decir, un bollo de pan que se regalaba en las bodas como símbolo de riqueza y fertilidad para que la novia lo bailase sobre la cabeza a ritmo de versos improvisados, plagados de retranca.

La exposición busca "poner en valor la cultura y la tradición gallega" promocionando entre los ferrolanos una pequeña muestra del rico patrimonio etnográfico que nos legaron nuestros antepasados. La idea de airear los trajes típicos no es nueva, reconoce Baamonde, que sin embargo destaca la originalidad de colocar estas piezas a pie de calle. Reclama la creación de un Museo do Traxe Galego en Ferrol que aúne las piezas de las seis agrupaciones de la ciudad. "Si esto no se saca a la calle, si no se da a conocer, se perdería", resume Baamonde. Entre las joyas de la exposición, un corpiño de Ourense del siglo XIX y las largas trenzas que Dolores, una anciana de Malpica, se cortó poco antes de contraer matrimonio y que la asociación guarda con especial cariño por su valor sentimental. Este singular paseo de moda por la historia de Galicia podrá verse hasta el próximo 24 de mayo.

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