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Los nuevos pobres de Barcelona piden subsidios para no quedarse sin techo

La mitad de las ayudas se solicitan para afrontar el pago de hipotecas y alquileres

No se trata ni de indigentes ni de inmigrantes recién llegados. La crisis ha empujado a llamar a las puertas de los servicios sociales a personas que hasta ahora nunca lo habían hecho: trabajadores en paro o autonómos arruinados. La crisis se ha cebado en ellos. Todo el mundo hace la misma radiografía: la petición de ayudas se ha disparado y la mitad son para pagar el alquiler o la hipoteca. El Ayuntamiento de Barcelona prevé aumentar de 6,9 a 8 millones de euros la partida de este año para saldar esas cuentas. La Generalitat presupuestó 500.000 euros en febrero y el jueves aprobó una dotación de 1,5 millones más.

"Hemos duplicado la donación de alimentos en estos meses pero el realquiler es la partida más importante de las ayudas económicas directas de Cáritas", abunda Jordi Roglà, director de Càritas Barcelona. La misma impresión comparte Ricard Gomà, teniente de alcalde de Servicios Sociales de Barcelona: "Cada vez pesan más las peticiones para pagar la vivienda". La Diputación de Barcelona ha aprobado un programa especial de apoyo a los ayuntamientos para ayudas de urgencia social con seis millones de euros.

12.000 personas fueron atendidas en marzo, el 45% más que en 2008
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Montserrat Ballarín, diputada del área de Bienestar Social, explica cómo se ha modificado el perfil del nuevo usuario. "Son personas que han visto cómo su pequeño negocio se arruinaba, familias que no pueden pagar la hipoteca, el alquiler, la luz o la guardería", cuenta. Durante el primer trimestre de 2009, los servicios sociales atendieron en Barcelona a 24.000 personas, 4.000 más respecto al mismo periodo del año pasado. Y sólo en marzo fueron 12.000, el 45% más respecto a marzo de 2008. "No sabemos si ese repunte está vinculado con la finalización del subsidio de paro", avisa Gomà. De enero a marzo fueron 5.045 personas a los comedores sociales frente a las 4.737 de 2008, con un aumento del 6,5%. La síndica de Barcelona denunció en su último informe listas de espera para acceder a los comedores y lentitud para tramitar ayudas. Gomà asegura que se resolvió en diciembre con acuerdos con entidades y que las urgencias se tramitan en una semana.

La Cruz Roja dona lotes de comida con arroz, azúcar, galletas y leche a muchas de las víctimas de esta crisis, que primero se cebó con los empleados de la construcción y con la crisis financiera llegó a todos. "Nos llegan personas que ya habíamos ayudado a reinsertarse, inmigrantes en paro que vuelven a la rueda de la dependencia. La mayoría viven de realquiler. Algunos quieren volver a su país", relata Roglà. O un caso común: una familia con hijos y con uno o los dos cónyuges en paro que piden ayuda para el piso. O el de mujeres extranjeras que nunca habían trabajado fuera de casa y quieren hacerlo.

La Fundación Arrels lleva años trabajando con las personas sin techo. "Las víctimas de la crisis no han llegado a la calle, aunque hay caras nuevas en el centro que tenemos en Barcelona", explica Ramón Noró, miembro de la fundación, que percibe cierto rejuvenecimiento en las personas que atiende y un ligero aumento de los sin techo. "Tenemos problemas en el acceso a los recursos públicos. Hace un par de años podíamos colocar a la gente a trabajar de forma más fácil", constata. La Fundación Arrels atendió en 2007 a 993 personas en Barcelona; en 2008, 1.254.

Son más, muchos más, y también aparecen mujeres. Así lo constata Raquel Sancho, coordinadora de la comunidad de Sant Egidio, que de noche se acerca a los puntos más calientes de la ciudad para ayudar a los indigentes. "Sí que está surgiendo una nueva pobreza, algo muy evidente en los últimos meses. Está pasando en toda Europa", explica. Sant Egidio atiende al doble de personas que hace medio año. La comunidad de Sant Egidio edita cada año una guía con el título Dónde comer, dormir y lavarse.

Jean Claude Rodney, con sus cuadros en el Macba y, la aspirante a dependienta, que quiere presevar su identidad, en el balcón de su casa.
Jean Claude Rodney, con sus cuadros en el Macba y, la aspirante a dependienta, que quiere presevar su identidad, en el balcón de su casa.CONSUELO BAUTISTA / MARCEL.LÍ SÀENZ

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