"Estamos hambrientos"
Ferguson, que aspira a igualar el récord de tres títulos de Paisley, ha perfeccionado la táctica y domesticado los egos en el Manchester
Cada vez que mira las Copas de Europa del Madrid (nueve), el Milan (siete), el Liverpool (cinco), el Bayern (cuatro) o el Ajax (cuatro), Alex Ferguson se tira de los pelos. Y brama contra el tiempo perdido por su equipo, el Manchester United, que sólo ha conseguido tres, la última el año pasado. Las anteriores se remontan a 1968, con el gran George Best. Y a 1999, en la remontada frente el Bayern en Barcelona. "No hemos ganado las suficientes Copas de Europa", machaca Ferguson, ahora que el Manchester vuelve a presentarse en la final, el día 27 en Roma, después de haber vapuleado al Arsenal en las semifinales (4-1). "Tenemos la calidad, la energía y la ambición. Somos un equipo hambriento muy capaz de ganar en Roma. Cuando puedes dejar fuera de la alineación a Berbatov, Tévez, Scholes y Giggs, es que somos muy buenos".
Evra: "En la semifinal frente al Arsenal fuimos 11 hombres contra 11 niños"
Y muy ricos. El United es el segundo club con mayores ingresos del planeta, 324,8 millones de euros el año pasado, tan sólo por detrás del Real Madrid, que facturó 365,8. El Barça, con 308, es el tercero, según la consultoría Deloitte and Touche.
Ferguson (Glasgow, 1941) lleva en el United desde noviembre de 1986. Veintitrés años y medio en los que ha ganado dos Ligas de Campeones, una Intercontinental, una Copa Mundial de Clubes, una Recopa y una Supercopa. No está nada mal. Y es que cuando él llegó a Old Trafford, los diablos rojos rondaban el descenso. No ganó nada en cinco temporadas, hasta la Recopa que le arrebató al Barça en 1991. Y ahora persigue alcanzar el récord de otro de los mitos del fútbol británico, Bob Paisley, que conquistó tres títulos de la antigua Copa de Europa al frente del Liverpool (1977, 1978 y 1981). Es el único entrenador con tres Copas de Europa. Quien estuvo más cerca de igualarlo fue Marcelo Lippi, que disputó cinco finales, pero sólo ganó dos. Es el número de títulos que comparte un selecto grupo de técnicos entre los que figuran los españoles José Villalonga (1956 y 1957) y Vicente del Bosque (2000 y 2002), ambos con el Real Madrid.
La euforia del técnico escocés, sin embargo, se apaga cuando se acuerda de Fletcher, el medio tapón que vio la tarjeta roja por una entrada a Cesc al final del partido del martes en el estadio Emirates. "Fletcher es muy importante tácticamente. Su pérdida para la final es una tragedia. Es clave para los grandes partidos". La UEFA dijo ayer que es una sanción que no puede ser recurrida.
El 4-3-2-1 de Ferguson frente al Arsenal, con Ronaldo como punta de lanza, funcionó majestuosamente. La táctica ha dejado de ser una quimera para el United. Ya eliminó el curso pasado al Barça con un catenaccio muy afilado en el Camp Nou. Y también recurrió a ella en la semifinal frente al Arsenal, al que liquidó al contragolpe. A partir de un centro del campo asfixiante que bloqueó la salida de los jóvenes gunners. En el centro del campo, precisamente, está, para Ferguson, la piedra filosofal de su equipo. "Mis centrocampistas son muy buenos", afirma, "si controlan el juego y mantienen el balón, siempre acabaremos teniendo ocasiones de gol. Los adversarios no nos han lanzado más de una vez a puerta de media por partido".
Ferguson, por otra parte, ha domesticado todos los egos de su equipo y hasta el mismísimo Rooney, una cabeza loca en otros tiempos, se adapta a ocupar el extremo izquierdo sin rechistar y cumple a rajatabla con sus obligaciones defensivas. Por no hablar de Cristiano Ronaldo, que ha vuelto a pisar el acelerador en el momento justo después de un arranque discreto de temporada, con la cabeza puesta en el Bernabéu.
En esta línea, el lateral izquierdo francés del United, Evra, no tuvo compasión para referirse al Arsenal. "Fuimos 11 hombres contra 11 niños. Teníamos mucha más experiencia y eso hizo la diferencia. El fútbol no solamente es jugar bien, sino ganar trofeos. Todo el mundo habla de cómo juega el Arsenal, pero, al final, lo que importa es tocar algún metal. En el United, jugamos bien y ganamos. Tácticamente y técnicamente somos superiores". Fue la peor noche para el técnico del Arsenal, Arsène Wenger, en sus 25 años de carrera. Nunca se había sentido tan impotente, víctima del hambre insaciable del United.
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