Jerez se inclina ante el mejor Rossi
Corriendo de menos a más, el italiano logra su primera victoria de la temporada, por delante de Pedrosa y Stoner
Camuflado por la efervescencia del duelo que presumiblemente iban a mantener en la pista Jorge Lorenzo y Dani Pedrosa, Valentino Rossi dio ayer un paso al frente en Jerez, delante de una hinchada que no pudo hacer otra cosa que inclinarse ante la versión más perfecta del mejor motociclista de la historia, ahí es nada. Gracias a una estrategia estupendamente planteada y aún mejor ejecutada, el italiano alcanzó en la pista andaluza su primera victoria de la temporada y recuperó la batuta del Mundial de MotoGP. Tres líderes distintos en las tres primeras citas, una circunstancia que permite hacerse una idea de la calidad que atesora este campeonato.
Entre todos los pilotos, destaca la figura de Rossi por su calidad, su trayectoria y también gracias a fines de semana como el pasado. Parte del reconocimiento que tiene en todo el mundo se lo debe a este circuito gaditano, en el que ha ganado seis de las diez carreras que ha disputado con una de las motos pesadas.
Tres líderes ha tenido ya el Mundial, pero nadie destaca tanto como el campeón
Sólo Pedrosa, que hace tres semanas apenas podía pilotar, aguantó a Il Dottore
No hay nadie que juegue con el elemento psicológico mejor que él, capaz como es de subirse a la moto y rodar el viernes más rápido que el viento, hacer creer el sábado a todo el paddock que se ha metido en un lío del que no sabe si podrá salir y acabar renaciendo el domingo en el momento justo y como por arte de magia. A sus tifosi les encanta, a los rivales no tanto.
De los tres motociclistas que parecían capaces de plantarle batalla, sólo Pedrosa le planteó un reto de altura. Una vez hubo pasado por encima de Lorenzo (segunda vuelta) y de Stoner (séptima), el italiano se largó como un disparo con la intención de echar el guante a Pedrosa, que rodaba un segundo por delante. Necesitó diez giros para ponerse a su nivel y, cuando lo hizo, le abrasó en un pispás, abriendo gas al salir de un viraje a la izquierda y ganándole el interior del trazado en el siguiente, a la derecha. Tan fácil de contar y tan difícil de hacer.
Al ver maniobras como ésta, hay que entender a aquéllos que mantienen que a Pedrosa le falta un punto de agresividad en el cuerpo a cuerpo, pero siempre que tengan en cuenta que el español se ha pasado los últimos seis meses parado y sin entrenarse; que hace tres semanas, en el inicio del Mundial, apenas podía colocarse encima de la moto, y que desde entonces no se ha bajado del podio. Y todo ello subido a un chisme que a nadie le gusta: ni a él ni a ninguno de los pilotos de Honda.
Para hacerse una idea del potencial real de esta máquina no hay que limitarse a un resultado concreto, sino que se debe ampliar la perspectiva para tener más referencias. Dicho de otra forma: si se elimina a Pedrosa de la ecuación, la primera Honda en terminar ayer (Randy De Puniet) habría cruzado la meta a más de medio minuto del ganador. Habrá que ver si para cuando los japoneses construyan un aparato más competitivo el título aún está a tiro para el catalán, pero será difícil mientras Rossi firme actuaciones como la de ayer.
La mayoría de los pilotos las pasan canutas a partir de media carrera, cuando los neumáticos arden y comienzan a deshacerse. Muy al contrario, el motociclista de Tavullia saca partido de ello. Más allá de su innegable talento, Rossi lleva en la chepa infinidad de horas de entrenamientos, subido a prototipos de carreras, de cross o supermotard, y sobre asfalto o tierra. Todos esos ejercicios que hace cobran sentido en las situaciones más delicadas de las carreras, cuando las cosas no vienen de cara. Ese momento le sobrevino a Pedrosa coincidiendo con la llegada del actual campeón. Mientras el español tuvo un bajón, el italiano se creció y controló la situación de la manera que más disfruta: derrapando y largándose a toda mecha.
En estos momentos, la Yamaha es la moto más equilibrada de la parrilla y ése es otro argumento a favor de Rossi, que se ha dejado el alma en mejorarla y ha conseguido que, como ayer ocurrió con el público que se acercó a Jerez (123.340 personas), los ingenieros japoneses también se inclinen ante él.
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