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Debut en A Coruña de Blechacz, un extraordinario pianista polaco

Parece un estudiante de bachillerato estrenando el esmoquin para su primera salida en Nochevieja. Se llama Rafal Blechacz y nació en 1985. En 2005 ganó el premio Chopin, es polaco como éste y el viernes puso boca abajo el Palacio de la Ópera de A Coruña. Y no lo duden: va a ser una estrella del piano del siglo XXI.Por su técnica, impecable; su musicalidad, que aún puede y debe crecer y madurar.

Lo será. Porque tiene hambre de música: al acabar los ensayos del Concierto número 2 de Saint-Saëns, se quedaba en el piano estudiando. Y, sobre todo, porque a esa bendita hambre une la humildad de los grandes: mientras el público coruñés se rompía las manos aplaudiendo y enronquecía gritando bravos, Blechaez pedía permiso al concertino de la Orquesta Sinfónica de Galicia para regalar dos bises. Lo dicho: sigan a ese chico.

Granada-Crepúsculo en La Alhambra es una agradable obra de Andrés Gaos, de estructura similar a Helios, de Carl Nielsen (1903). Se ilumina desde un bello tema de los chelos sobre las flautas en pedal y se anima en sus momentos centrales con temas y ambientes andaluces y moriscos, para volver al inicio en un ambiente muy calmo. La versión de Víctor Pablo Pérez y la Orquesta Sinfónica de Galicia resultó notable de ambientación y clima. La de la Sinfonía número 8 de Antonin Dvorak fue cálida desde el canto inicial de los chelos, de gran apasionamiento en toda ella y con una claridad de líneas que no se perdió ni al caer el tempo en el Allegretto.

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