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Reportaje:Economía global

Vitaminas para reavivar el consumo

Subsidios y ayudas en efectivo, las mejores opciones para animar a comprar

Miguel Ángel García Vega

Hay algunas preguntas cuyo mero enunciado duelen como una amenaza. ¿Cómo se puede impulsar el consumo en un tiempo que bordea la deflación? Sinceramente, no está muy claro. Hay recetas, pero nadie puede asegurar que funcionen. Y menos con la premura que las necesitamos. Pero, desde luego, la otra opción, no actuar, produce monstruos.

La ortodoxia económica delimita algunos senderos muy claros para aumentar la liquidez, y con ella el consumo: bajar los tipos de interés; reducir la fiscalidad que soportan tanto particulares como empresas; desarrollar políticas que fomenten el empleo; impulsar planes de ayuda al consumo (los célebres Renove o VIVE para los automóviles); aplazar las cuotas que pagan compañías y profesionales; incentivar la compra de determinados productos y servicios que tengan un efecto directo en la economía (por ejemplo, inmuebles); acometer inversiones públicas... Desde luego, un IPC a la baja ayuda (el BBVA lo fija en el 0,2% para este año). "El consumo se apoya en la renta disponible hoy y en la renta disponible futura, pero la que urge impulsar es la actual", recomienda José Luis Martínez, economista jefe de Citigroup. El problema es trasladar la ortodoxia a la práctica.

Bajar el IVA es una de las medidas que podría tener una influencia decisiva
Al margen de la fiscalidad, otra opción es bajar los tipos de interés

Las políticas fiscales están en el epicentro del debate financiero desde hace meses. Bajar el IVA es una de las que podría tener una influencia más decisiva. En diciembre pasado, Inglaterra decidió reducir su tipo medio desde el 17,5% al 15%. Ahí se quedará, por lo menos, hasta finales de 2009. La Administración británica asegura que la medida está funcionando. Ahora bien, el margen es limitado. Este gravamen viene fijado por Bruselas y hasta el 31 de diciembre de 2010 su tipo mínimo para todos los socios comunitarios no puede descender del 15%. Esto significa que España tiene recorrido para bajarlo un punto. ¿Se notaría en el consumo? Roberto Álvarez, socio y experto en fiscalidad del bufete Cuatrecasas, cree que sí. "Aunque no parezca mucho, sí lo es en términos de recaudación y en el efecto directo que produciría". Por lo tanto, si la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas) anticipa que la deflación puede durar seis meses, tendría sentido, propone Rodolfo Campos, profesor del IESE, que durante este tiempo se bajara el gravamen, pues esta medida sólo es efectiva en intervalos cortos.

El problema es que no existe ninguna iniciativa cuya acción no precipite una reacción. Tanto es así que, reflexiona Roberto Álvarez, si se bajara el IVA, el empresario, tarde o temprano, lo aprovecharía para compensar esa reducción con una subida de los precios y así reconstruir su margen. De ahí que Inglaterra haya decidido, para evitar estas tentaciones, limitar la medida en el tiempo.

Otras iniciativas fiscales nos hablan de bajadas en el IRPF y en el impuesto de sociedades. Aquí el efecto a corto plazo resulta evidente; a largo está por ver. "Vivimos un tiempo de tanta desconfianza que es difícil que incluso gente con dinero en el bolsillo consuma", advierte Mario Weitz, ex consultor del Fondo Monetario Internacional (FMI) y profesor de la escuela de negocios ESIC. Al final, explican en el departamento de estudios de un gran banco, las medidas más útiles son las transferencias directas de rentas, o sea, subsidios y ayudas en efectivo. Por eso están teniendo un efecto positivo las aportaciones directas de 210 euros mensuales en el alquiler de viviendas para jóvenes.

Al margen de la fiscalidad, la otra opción básica es bajar los tipos de interés. Tras la rebaja aplicada el pasado 2 de abril por el BCE, hay todvía un margen de 75 puntos básicos hasta llegar a un tipo del 0,5%. Su traslación al Euríbor supondría -para un país como España, con el enorme volumen de créditos hipotecarios [el 80% de los españoles es propietario de la casa donde vive] firmados a tipo variable- abrir la espita del oxígeno y poner en manos del consumidor más dinero, describe Francisco López, analista de X-Trade Brokers.

Un camino más macroeconómico, por así decirlo, es acometer inversiones públicas. Aunque se resientan las arcas del Estado. "En estos momentos, la prioridad no es el déficit, del que habrá que preocuparse más tarde, sino tomar medidas", explica José Luis Martínez. La Administración ya ha dispuesto de unos 8.000 millones de euros para incentivar la obra pública, lo que supone contribuir con un 2% al PIB. Y se supone que generando empleo -la verdadera clave de todo este embrollo- el dinero en manos de los consumidores debería aumentar. Pero ¿es así?

Existe una paradoja que asusta. "Supongamos que las medidas anteriores funcionan", dice el director general de un banco español, "y se consigue aumentar la renta disponible. Cabe la posibilidad, si el consumidor siente miedo y desconfianza frente al futuro, de que esa liquidez vaya al ahorro en vez de al gasto y al consumo". Así ha sucedido con la famosa deducción de 400 euros en el IRPF que, lejos de ir al consumo, se trasladó al ahorro. Este factor humano puede hacer que todas las medidas previstas por los expertos se queden sin efecto. Para evitarlo, la única opción es recuperar la confianza del consumidor. Sin duda, el auténtico desafío.

La comercialización de iPhone en España tuvo una gran respuesta por parte de los consumidores.
La comercialización de iPhone en España tuvo una gran respuesta por parte de los consumidores.ULY MARTÍN

Deflación ¿sí o no?

"¿Quién compraría un coche sabiendo que cada semana que retrase su decisión de compra es más barato?", se pregunta Rodolfo Campos, profesor del IESE. Ésta es la lógica del consumidor que explica la deflación. La cual, lejos de definiciones más academicistas, es una caída generalizada del precio de bienes y servicios.

¿Estamos en ella? Según José Luis Martínez, economista jefe de Citigroup, "todavía no. Eso sí, hemos visto una caída temporal de los precios, lo que no deja de ser inquietante". Un argumento similar es el que defiende el jefe del departamento de estudios de un gran banco.

Pero si hacemos una especie de cuenta de la vieja financiera surgen las dudas. El precio de los activos financieros ha caído un 150% desde sus máximos; los inmobiliarios se han desplomado y los empresariales también han perdido buena parte de su valor. "Con estos argumentos, la deflación es evidente", concluye el director general de un banco español.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.
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