Pellegrini busca un golpe de inspiración
El Villarreal trata de sobreponerse a la grave lesión de Cazorla ante un Arsenal crecido pero sin Van Persie
Iguales, pero tan distintos. El Villarreal y el Arsenal se vuelven a ver las caras tres años después de aquella imagen imborrable de Riquelme con el gaznate seco y el penalti errado que lanzó a los gunners a la final perdida ante el Barça de Frank Rijkaard. El Madrigal produjo toneladas de electricidad ambiental en aquella noche de primavera. Los dos equipos conservan el estilo y la elegancia de sus entrenadores, que son los mismos de entonces, Manuel Pellegrini y Arsène Wenger. Y las mismas ganas de seducir a los aficionados de medio mundo a través de un fútbol generoso y espectacular. Son dos proyectos sólidos. Mucho más vertiginoso el juego del Arsenal; más pausado el del Villarreal.
En un chasquido cambia el estado de ánimo de un equipo. El sábado, el Arsenal recuperó a sus dos principales estrellas, Cesc Fàbregas y Adebayor, y éstas dieron buena cuenta del Manchester City de Robinho (2-0). El Villarreal, en cambio, perdió a su jugador más relevante, Cazorla, que se rompió el peroné, al tiempo que caía vapuleado por el Almería (3-0). En el Arsenal, al menos, no entraron en la lista por lesión Van Persie, Diaby y Eduardo, mientras Walcott y Nasri arrastran diversas molestias para la cita de hoy. Wenger duda entre jugar con un solo delantero (Adebayor) o acompañar a éste con el danés Bendtner.
De la semifinal de 2006, sólo repiten ocho jugadores. Entre ellos el centrocampista del Villarreal Pirès, que ayer disparó contra su ex jefe en los gunners. "Después de la final de París, me di cuenta de que Wenger no confiaba ya mucho en mí. Fue el peor día de mi vida. Le pedí explicaciones de por qué me cambió tras la expulsión de Lehmann. Por eso me marché al Villarreal", confesó ayer el francés. Pirès resumió en tres palabras lo que debería conseguir hoy el conjunto español: "Jugar, disfrutar y ganar".
En el Arsenal, otro de los supervivientes de 2006, el central Touré, también desempolvó sus recuerdos: "Cuando jugamos allí, nos hicieron trabajar duro. Marqué en la ida, pero en la vuelta sufrimos mucho y tuvimos suerte de que Lehmann parara el penalti. El ambiente allí es increíble: sientes la presión de la gente porque están muy cerca".
Pellegrini cubrirá la baja de Cazorla con Ibagaza o con Cani. "Los equipos son distintos, pero el estilo es el mismo", expuso el preparador chileno. "Será un partido técnicamente bueno. Tenemos la obligación de llevar la iniciativa y de ir a por el partido", añadió Pellegrini. Su equipo necesita un golpe de inspiración.
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