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Reportaje:Gran Premio de Australia

Remontada de campeón

Hamilton salió el último y situó su McLaren, todavía poco competitivo, en el podio

Si alguien le cuestionaba, se equivocó. Lewis Hamilton no ganó en 2008 el título de campeón del mundo por casualidad. Tuvo que luchar por él hasta la última curva del último gran premio, en Brasil, y cuando levantó los brazos fue con todo merecimiento. Su calidad al volante es indudable. Ayer, en el circuito de Albert Park, dejó clara constancia del potencial que atesora y de la agresividad que le llevó al título el año pasado y le permitió concluir en el tercer eslabón del podio en la primera carrera del campeonato de esta temporada.

Hamilton partió el último de la parrilla tras sustituir la caja de cambios porque los dos Toyota de Trulli y Glock prefirieron salir desde el pit-lane. Pero eso no fue un obstáculo insalvable. Ya en la salida, fue el piloto que mayor rendimiento supo sacar del KERS, el aparato que acumula la energía de las frenadas y concede 80 caballos de potencia suplementaria durante seis segundos por vuelta en el momento que decida. Durante la carrera fue quien mejor aprovechó esta fuerza motriz para realizar adelantamientos a Fisichella, Buemi y Piquet hasta colocarse en novena posición en la sexta vuelta. Después, la entrada del coche de seguridad le perjudicó, al igual que a Fernando Alonso. Pero Hamilton siguió atacando, siguió adelantando y, al final, obtuvo el premio de un podio impensable en la primera carrera.

"Ganamos más puntos de los que podíamos esperar", confesó luego el británico; "luchaba para ganar un punto y alcanzar seis es maravilloso. No hemos olvidado cómo ganar. Nuestra estrategia fue perfecta y el trabajo del equipo espectacular".

Lo más destacable de su hazaña es que la logró con un coche del que podía esperar más bien poco. En la pretemporada, el McLaren fue el monoplaza más decepcionante de los grandes. Los técnicos se asustaron de verdad cuando en Barcelona, a principios de marzo, aparecieron los Brawn GP y arrasaron con todo. "Estamos realmente mal. No escondemos nada", confesó el propio Martin Whitmarsh, director de McLaren. Y ayer ratificó aquellos mismos planteamientos para resaltar el mérito de Hamilton. "El coche no era tan competitivo como habríamos querido", dijo Whitmarsh.

Hamilton esperó su momento. Transcurridas 45 vueltas, ocupaba la décima posición, tras salir de su segundo y último repostaje. Alonso y Fisichella salieron detrás de él y Rosberg fue superado por Trulli, Hamilton y Alonso en las vueltas finales. Glock pasó al español, pero no pudo con el británico. Y, a falta de tres vueltas, Vettel echó de la pista a Kubica cuando éste intentaba adelantarle: ambos tuvieron que abandonar. De aspirar sólo a un punto, Hamilton acabó cuarto. Pero pudo subirse al podio, como tercero, cuando los comisarios sancionaron a Trulli por haberle adelantado con el safety car en pista.

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