'Bel canto' con acento español
La novelista Donna Leon, apasionada por la ópera barroca, siente especial fascinación por la mezzosoprano navarra Maite Beaumont (Pamplona, 1975). No en vano, ha participado en algunas de las mejores grabaciones del director Alan Curtis, con quien la gran dama de la novela negra colabora asiduamente: tras Motezuma, de Vivaldi, y Radamisto, de Haendel, llega ahora una atractiva versión de Alcina, donde comparte protagonismo con Joyce DiDonato (Archiv). Siendo casi una desconocida en su país, saltó a la fama en 2005 cuando, tras una audición, debutó en el Festival de Salzburgo interpretando una ópera de Mozart, Così fan tutte, en la ciudad natal del compositor austriaco.
Llegó a la cima sin revuelos mediáticos, imponiendo su musicalidad y belleza vocal en el papel de Dorabella. "Las audiciones son el camino más seguro para lograr que los teatros se interesen por ti. Vivo este éxito sin prisas, con normalidad, porque toda mi carrera se viene desarrollando sin agobios", explica la joven cantante. Hamburgo, donde completó su formación, ha sido el centro de operaciones de una carrera tranquila y centrada en el repertorio que mejor se adapta a su vocalidad: Mozart, Rossini y el barroco, con Haendel a la cabeza.
Mariola Cantarero une a su refinada técnica un encanto especial y una extraordinaria expresividad
Tras sus recientes éxitos en la Ópera de Chicago (Sesto, de La clemenza di Tito) y el Liceo (Ottavia, en L'incoronazione di Poppea, de Monteverdi), afronta este año una agenda repleta de importantes retos: debut en la Scala de Milán en abril, con Il viaggio a Reims, dirigida por Ottavio Dantone; Tamerlano en Múnich, con Ivor Bolton; Il mondo della luna, de Haydn, en Viena, con Nikolaus Harnoncourt, y Las bodas de Fígaro en julio en el Real, con Jesús López Cobos. "Cantar Mozart en Salzburgo, Haydn en Viena y Rossini en Milán es como un sueño", afirma con una sonrisa al tiempo que desvela un debut verdiano, Falstaff dentro en el Liceo en la temporada 2010-2011.
La cantera lírica española no cesa de producir voces con madera de estrella. Dos de ellas nacieron en Granada, la soprano Mariola Cantarero (1978) y el tenor José Manuel Zapata (1973), que también han ascendido por méritos propios, a base de tesón, ilusión y optimismo vital. Zapata, que derrocha buen humor y se ha dado el gustazo de cantar tangos junto a Pasión Vega, tuvo su noche mágica el año pasado al debutar en el Metropolitan como protagonista de El barbero de Sevilla junto a Elina Garanca. Siente devoción por Pavarotti, que le recomendó tomarse la carrera sin prisas y, aunque apenas lleva siete años de carrera -debutó en Oviedo en 2002 con Il turco in Italia-, la demanda planetaria de tenores le ha abierto las puertas de grandes teatros de España, Francia, Alemania e Italia.
Tenor lírico-ligero de vocación rossiniana, evoluciona sin prisas hacia un repertorio belcantista (Bellini, Donizetti) donde actualmente reina Juan Diego Flórez. Es un tenor valiente, que arriesga en escena, pero no cuenta a su favor con el envidiable físico del tenor peruano, factor cada vez más determinante en la escena operística. Su grabación más reciente es la ópera de Manuel García Il Califfo di Bagdad, dirigida por Christophe Rousset (Archiv).
También lucha contra el peso, sin perder nunca el buen humor, su paisana Mariola Cantarero, consciente de las exigencias del mercado. Tiene una voz bella, muy bien manejada técnicamente y brillante en el registro agudo, base del repertorio belcantista sobre el que se asienta su carrera: Donizetti, Bellini, Rossini. A su refinada técnica une un encanto especial y una extraordinaria expresividad. Su encantadora interpretación de Adina, en L'elisir d'amore, o sus éxitos en Tancredi, I Puritani, Lucia di Lammermoor o Doña Francisquita -ha formado pareja en escena con José Bros y Juan Diego Flórez- son tan sólo algunos ejemplos de una década de incesantes éxitos en los principales coliseos y festivales españoles y algunos de los grandes teatros franceses e italianos: desde 2004 es una de las voces favoritas del Festival de Pésaro, templo mundial rossiniano donde ha protagonizado títulos como Elisabetta, regina d'Inghilterra y La gazza ladra. Su último disco es una versión de la ópera La conquista de Granada, de Emiliano Arrieta, dirigida por López Cobos (Dynamic).
La soprano asturiana Beatriz Díaz, de 26 años, fichada por Riccardo Muti para cantar en marzo Iphigénie en Aulide, de Gluck, en la Ópera de Roma, y en junio la Missa Defunctorum, de Paisiello, en Salzburgo, Florencia y Rávena, es también otro valor en alza en una emergente generación que cuenta con valores como la mezzo valenciana Silvia Tro, la soprano catalana Nuria Rial, la andaluza de origen barcelonés y también soprano Ruth Rosique, el contratenor vasco Carlos Mena y sus colegas catalanes Jordi Domènech y Xavier Sabata, el bajo menorquín Simón Orfila y tres tenores, el andaluz Ismael Jordi, el alicantino Antonio Gandia y el asturiano Alejandro Roy.
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