Nadal ya puede con todos
El 'número uno' levanta cinco bolas de partido ante Nalbandian, al que nunca había vencido
"Match ball, Nalbandian. Deuce". Cinco veces escuchó la misma cantinela el argentino David Nalbandian, que, para su desesperación, no pudo cerrar su triunfo en los octavos de final del Masters de Indian Wells y se dio de bruces en el tercer y definitivo set. Al otro lado de la red, Rafa Nadal, el número uno, tenista que disputa cada bola como si fuera la última y que no se desanima por más que el contrario le abrase. Nadal es único y empequeñece al adversario a golpes de raqueta y latigazos psicológicos. Nalbandian, hasta ayer su bestia negra -le había ganado en los dos enfrentamientos anteriores-, lo padeció: 3-6, 7-6 (5) y 6-0 para Nadal en tres horas de partido.
Cuando Nadal se aleja de la tierra batida, su habitat natural, apenas varía las intenciones. "Ser más agresivo, pisar más la línea de fondo y ajustar el saque", enumera. Cada año mejora. De ahí, que el curso anterior se impusiera sobre la hierba de Wimbledon y en éste se coronara en el cemento del Open de Australia. En el plexipave sintético de Indian Wells no fue diferente. Por mucho que su saque perdiera profundidad y ángulos en la primera manga, que cargara el drive del contrario y no el revés y que no obtuviera golpes ganadores, Nadal espabiló al final de la segunda manga, reacio a sufrir otra zurribanda de Nalbandian; en 2007 se batieron dos veces, en el Masters de Madrid y en el de París, y Rafa sumó un total de siete juegos. "Por esas dos derrotas, no tenía una idea clara de cómo jugarle", confirmó. Sí lo sabía el argentino, que acababa los golpes, los ajustaba a las esquinas y tiraba de derechazos planos para arrinconar a Nadal, incómodo al no reventar la pelota; el punto más alto del bote es relativamente bajo y pierde efectividad su muñeca: 5-3 y servicio para Rafa, que concedió cuatro opciones de break y de partido en el juego. Todas las salvó.
"No sé cómo gané", reconoce el español tras rematar la faena con un 6-0
Agrandado, Nadal remachó con un último set perfecto, con un rosco. "No sé cómo gané. He tenido la suerte de jugar bien en los puntos complicados y ahí ha cambiado el partido", reconoció a pie de pista, con una sonrisilla picarona, propia de las grandes remontadas, como la que consiguió el año pasado ante Tsonga también en Indian Wells (salvó un 2-5 en el último set) y hace dos frente a Youzhny en Wimbledon (levantó dos mangas). Ya aguarda a Del Potro en los cuartos de final. En la misma ronda, Federer habría puesto a prueba la evolución de Verdasco anoche. El madrileño fracasó ante el suizo en sus dos últimos enfrentamientos.
La nota negativa fue la lesión en la muñeca de Tommy Robredo, que tiró la raqueta en su duelo contra Murray cuando el británico vencía por un rotundo 6-2 y 3-0. David Ferrer tampoco pudo contrarrestar el servicio y golpes planos del estadounidense Andy Roddick: 7-6 (5), 3-6 y 6-3.
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