"He salvado al club y lo he llevado a lo más alto que podía aspirar"

Un día del verano de 2006 se acostó como jugador del Málaga y al siguiente se levantó como presidente. Fernando Sanz Durán (Madrid, 1974), recibió ese regalo de Lorenzo, su padre, cuando éste compró el club a cambio de seis millones de euros. Se encontró el nuevo mandatario un Málaga en Segunda, arruinado y al borde de la desaparición. Tras acogerse a la Ley Concursal, saneó sus deudas y deportivamente disparó al equipo, que hoy vive en el sexto puesto de la Primera División.

Pregunta. ¿Cómo se resucita a un muerto?

Respuesta. Se resucita a un muerto, en esta caso a un club, con tres cualidades: sentido común, responsabilidad y sacrificio. Yo renuncio a lo más importante para mí, ser futbolista, una vida cómoda y tranquila, y lo cambio por una vida tormentosa, desagradable e ingrata. Y he podido sacar adelante al club, que no desaparezca, casi sanearlo y devolverlo a la cota más alta a la que puede aspirar.

"Sé de fútbol y he rastreado muchos jugadores donde otros no buscan"

"Los que mejor fútbol hemos hecho somos el Barça y el Málaga. No es ninguna broma"

P. Un club que estaba en ruinas, según afirmó usted al llegar.

R. La deuda era de 30 millones, los ingresos ya se habían gastado en años anteriores y no había nada para echar a andar. Te encuentras una plantilla con sueldos de Primera y no hay cómo hacerles frente. Es como el que tiene un chalet, un Porsche y cobra 500 euros al mes. Imposible.

P. La única solución entonces fue acogerse a la Ley Concursal.

R. Era una obligación ante la ley porque estábamos en causa de disolución. Luego, otros clubes se han acogido a ella pero no tiene nada que ver, porque nosotros no teníamos denuncias por impagos. En otros casos se han acogido de forma partidista. Son personajes que han utilizado la ley a su antojo, han hecho cosas muy feas, pero no nosotros. Pusimos el contador a cero y confeccionamos una plantilla muy barata, buscando jugadores donde los demás no buscan. Mucho rastreo, saber de fútbol y asumir riesgos, esas fueron las claves.

P. Tan barato es el equipo que una de sus estrellas, Eliseu, tiene una cláusula de 600.000 euros.

R. Le quería el Hertha y era el único modo de que viniera. También traje a un entrenador que estaba en Segunda B en Marbella, le hice secretario técnico para ahorrar un sueldo y siempre tuvo mi ayuda, que de fútbol algo sé.

P. Y para este año mantiene el bloque del ascenso y le añade jugadores como Duda o Luque, que parecían estar de vuelta. Cero de gasto en fichajes.

R. Habían sido compañeros míos y me llamaron para decirme que querían volver porque aquí estoy yo y donde estaban no eran felices. Nuestra política ha hecho que ahora la deuda sea de 16 millones a pagar en cinco años.

P. Usted era jugador un día y presidente al siguiente. Insólito.

R. No me gusta la figura del presidente. Yo lo soy por accidente y me sigo considerando más futbolista. Pero estoy orgulloso de llevar al Málaga a una situación donde nunca ha llegado en su historia. Pero me costó dejar de ser futbolista. Todo el mundo conoce mi andadura, lo que me costó hacerme un hueco y ganarme el respeto de la gente. Lo logré y al poco tuve que renunciar a un currículum que... joder, fui campeón de Europa, de Liga, de la Supercopa, de la Intercontinental, el jugador del Málaga con más partidos en Primera... Pero no me quejo, porque en solo dos años de presidente he conseguido devolver al Málaga a su esplendor.

P. Habrá dejado de oír que está ahí por ser hijo de.

R. Al principio decían que me sería fácil por tener un padre presidente, pero cuando accedí no tenía ni puta idea de gestionar un club o una empresa. Yo dejé los estudios por el fútbol y mi verdadero máster lo estoy haciendo ahora, desde que soy presidente. He estado durante dos años con la espada de Damocles en mi cabeza, porque hemos podido desaparecer. Y si eso ocurre me hubiera llevado por delante a mí como persona y todo mi patrimonio.

P. Quizá lo más desagradable fue la denuncia de Jesuli de amaño de partidos.

R. Eso está en la fiscalía.

P. Badiola, presidente entonces de la Real, le hizo a usted responsable de la trampa.

R. Es una persona que no ha hecho más que mentir, engañar y no quiero utilizar otras palabras para no tener problemas. No me pude defender, pero en cuanto la fiscalía se pronuncie iré a por él con todas las consecuencias. Porque no va a sacar partido de mi nombre. Su nombre no valdrá nada, pero el mío vale mucho.

P. Sexto en la Liga, pero al equipo le llega el everest, empezando con la visita al Barça. Dijo usted hace tiempo que su equipo jugaba incluso mejor que el Barcelona. Como broma no está mal.

R. No dije eso. Comenté que los dos equipos que mejor fútbol han hecho han sido el Barça y el Madrid... Perdón, el Barça y el Málaga. Hubo momentos en los que ha sido así. No es ninguna broma. Es mi opinión.

P. Respetable pero curiosa.

R. Que cada uno lo enjuicie como quiera, pero estamos haciendo un fútbol muy bonito y otros que están arriba no pueden decir lo mismo.

P. Luego les llega el Madrid, para quien cada uno de los 11 partidos que quedan es una final.

R. El Madrid es... imprevisible. Su peor versión fue en Liverpool y la mejor en Bilbao a los tres días. Lleva unos números de campeón, pero no juega como el Barça.

P. Y usted, como madridista que fue...

R. Como madridista que soy, con el carnet de socio catorce mil y pico. Llevo 27 años de socio ya.

P. Con más motivo puede opinar de la crisis institucional que ha vivido el club.

R. Pero me pilla en la distancia...

P. ¿No lee los periódicos?

R. Para opinar de un club hay que seguir el día a día y yo eso lo hago con el Málaga. Está claro que lo ocurrido en el Madrid no prestigia al mejor club del mundo.

P. Ha demostrado usted ser mejor presidente que futbolista.

R. (Risas) Habrá quien piense que soy mejor presidente y quien opine lo contrario. Pero mi trayectoria como futbolista la definen los números. Futbolistas con mis cualidades había 50.000, pero con la dedicación, profesionalidad y amor propio, que también aplico como presidente, muy poquitos. Ahí yo soy el número uno.