Torres da la razón a Anfield
El delantero español del Liverpool amaga al Madrid con un taconazo intimidatorio y lo golpea con el primer gol
Casi inadvertido, esquinado entre la muchedumbre, había un paño rojigualdo pequeño, con un estampado del Liverbird, el pájaro mitológico del escudo del Liverpool, y una leyenda escrita en español: "Por su brazalete reconocerás que es un rojo". El estandarte estaba entre las 20.000 personas que ocupaban la grada poliédrica, la rampa de más de 100 metros de ancho que llaman The Kop en honor a los fusileros reales muertos en una guerra colonial. Allí sobresalían cuatro banderas y cientos de pequeños estandartes. En una de las grandes banderas destacaba Bill Shankly, el legendario manager, con los brazos abiertos; en la otra, el rostro accidentado de su sucesor, Bob Paisley, ganador de cuatro Copas de Europa; en la tercera, una serigrafía de Rafa Benítez con la leyenda Siempre se puede, y en la cuarta, una silueta de Fernando Torres celebrando un gol. Era el único jugador representado en gran tamaño.
La grada se ha convertido en un santuario para venerar al ex atlético
Cada uno de sus desmarques desató el pánico en la defensa madridista
Para una afición tan celosa de las formalidades, el reconocimiento resultaba impactante. No era casual. De un tiempo a esta parte, Anfield se ha convertido en una especie de santuario dedicado a la veneración del delantero rubio. Hasta el minuto 3 del partido parecía exagerado. Cosas del marketing. Pero en ese momento Torres recibió el balón, se fue de Cannavaro con un taconazo y se quedó solo ante Casillas. No fue gol porque el portero estaba inspirado y sacó el tiro con la puntera de su bota.
La acción del primer disparo a puerta tuvo un efecto intimidatorio. Fue una maniobra elegante, oportuna y precisa, la clase de movimiento que distingue a los jugadores con magia. De alguna manera, anunció la sentencia del Madrid y el nombre del verdugo. Lo supieron los jugadores visitantes, que empezaron a temblar, y lo su-po Anfield, que se arrancó con su canción más repetida. Un rugido armónico y multitudinario: His armbrand proved he was a red, Torres, Torres / You'll never walk alone it said, Torres, Torres/ We brought the lad from sunny Spain / He gets the ball, he scores again / Fernando Torres Liverpool's Number nine.
En los 20 minutos que siguieron, Torres se convirtió en el conductor del asedio a la portería del Madrid. Recortaba a Lass, burlaba a Cannavaro, se iba de Pepe y litigaba con Heinze. Les ganó a todos. Sólo Casillas se le resistía.
Antes del partido, John Toshack, ex entrenador del Madrid y ex jugador del Liverpool, se confesó: "Si me hubieran preguntado por Torres, no le habría recomendado nunca. Con el Atlético nunca metió más de 14 goles. No lo veía en el Liverpool. Pero me equivoqué. ¡Es impresionante!".
El curso pasado, Torres se convirtió en un jugador fundamental para que el Liverpool alcanzara las semifinales de la Champions. Ayer asumió su protagonismo con una naturalidad asombrosa. Cada uno de sus desmarques desató el pánico en la defensa del Madrid. Cada saque de Reina, buscándole, se transformó en una operación con grandes probabilidades de éxito. En uno de esos saques de portería, el Madrid cavó su fosa. Los medios centros no acudieron. Cannavaro se dejó sorprender por el bote y, cuando Pepe intentó cortar, Torres le puso el cuerpo y entró al área. Abrió para Kuyt y, ante la salida de Casillas, se desmarcó hacia adentro pidiéndole al holandés la devolución. Recibió y remató a gol. Fue la primera estocada. La celebró dirigiéndose a los hinchas del Madrid llevándose la mano al oído y señalándose el 9.
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