A tumba abierta
Comenzaron los conciertos del XVII Festival Flamenco Caja Madrid 2009, en teatro nuevo, la sala B de los del Canal, lo que implicó una serie de novedades, en principio, de difícil asunción por el espectador. Tiene esta sala forma cuadrangular, con el escenario en el centro, lo que hace que los actuantes han de cantar y tocar la guitarra dando la espalda a un lateral del público. Es obvio los problemas que esto conlleva.
Y pasemos ya a hablar de dichas actuaciones, que se prolongaron durante el disparatado tiempo de cuatro horas y cuarto. Sobresaliente, en muchas ocasiones verdaderamente genial, Miguel Poveda. El ganador hace ya unos años de la Lámpara Minera de La Unión tuvo una presencia brillantísima, de excepcional calidad, desde su primer tema hasta el último. Ese primer tema fue un pregón titulado El Uvero, que estaba prácticamente olvidado y que ahora él revitaliza de manera rotunda. Puede decirse que lo convierte en una creación, dotándole de un fondo grabado de gran belleza: un colchón de voces sobre el que el cantaor va poniendo su propia voz en una serie de registros impresionante. Todos los registros, desde los bajísimos a los altos, de manera admirable y difícilmente igualable por nadie del panorama flamenco actual.
XVII Festival Flamenco Caja Madrid 2009
Cante: Paco del Pozo, Argentina, Miguel Poveda. Toque: Antonio Carrión, José Quevedo Bolita, Eugenio Iglesias, Chicuelo. Percusiones: Paquito González. Palmas y coros: Torombo, Los Mellis, Carlos Grito, Luis Peña Cantarote. Teatro del Canal. Madrid, 26 de febrero.
Otra creación de Poveda es su homenaje a Rafael de León, en un popurrí de copla con numerosos temas del poeta que mezcla muy flamencamente, con decisión y rotundidad. Verdaderamente, a todo lo largo de su recital, Poveda se embala a tumba abierta, bordando el cante como el maestro que es.
Inconmensurable por bulerías, en una serie larguísima y de gran variedad formal, una auténtica lección. No creo haber oído cantar por este palo aparentemente fácil con tal diversidad de estilos, realmente sorprendente y de una largueza agotadora. Poveda demuestra una vez más su sabiduría, su afán por introducir siempre novedades en todo lo que hace. ¿Y qué decir de la soleá de Charamusco que creó Mairena y que Poveda versiona a su manera? Admirable. Admirable.
Comenzó actuando Paco del Pozo, en una noche de acierto. Fue el más breve de los tres cantaores, lo que se le agradece. Hizo una soleá medida, ajustada a compás y de enorme precisión. También sus caracoles, de carácter madrileño como lo es él, fueron de una belleza explícita. Y la malagueña con fandangos abandonaos. En todo lo que cantó, en fin, estuvo Paco del Pozo muy bien.
Por último, la onubense Argentina, quien se alargó demasiado hasta ponerse en ocasiones pesada. Tiene voz y poderío, pero casi nunca encuentra la emoción que el cante exige. Aunque hay que reconocer que no regateó los palos más severos, como la soleá y la siguiriya, pero los hizo de manera sólo regular.
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