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Reportaje:Econonía global

Siria y el lastre público

El país árabe afronta la crisis mundial con poco margen de maniobra y un sector estatal improductivo

La economía siria se enfrentará a un año muy difícil". Las palabras del ministro de Hacienda, Mohammed al Hussein, explican perfectamente el estado actual de las finanzas sirias. Los mismos pronósticos gubernamentales explican la crisis por la fuerte disminución de los precios del petróleo -la principal exportación local-, la crisis mundial del crédito, la caída de los ingresos por remesas, la reducción del comercio internacional y el lastre que significan las empresas estatales, de las cuales sólo el 10% generan ingresos para el Estado.

Las cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI) indican que este año la economía siria crecerá un 2,5%, la mitad de lo registrado en 2008 y en la media de los crecimientos registrados en esta década. Este alza del PIB se produciría en el contexto de una subida del 14% de la inflación y de un déficit fiscal que llegará al 3,5% del PIB. En contra de Siria juega, además, la caída del 7,6% en su producción de crudo desde 2007 y una probable paralización de los flujos comerciales del país, que representan cerca del 70% de su PIB.

La caída de la producción de crudo lastra la economía siria

Estos problemas se suman a los acumulados en el último lustro y que tienen que ver con el elevado desempleo, la inflación, el aumento de los déficit presupuestarios y una agenda de reformas estructurales que se mantienen aparcadas. Todo ello en una economía bajo control, excesivo para algunos, del Estado. El Ejecutivo controla 260 empresas en los sectores productivos más importantes como las infraestructuras, los transportes, la banca y los servicios básicos. Ello a pesar de que los accionistas extranjeros ya están autorizados a poseer más del 49% en determinadas empresas del sector industrial.

El Ejecutivo se defiende señalando que ya han puesto en marcha un plan de privatizaciones y una bolsa de valores. Incluso está previsto que esta estructura comience a operar en semanas. También se anuncia la apertura a las inversiones en el sector bancario, un área históricamente restringida para los extranjeros. De los 18 bancos en Siria, seis son de propiedad estatal y diez son sucursales de los bancos de Líbano y Jordania. Las compañías de seguros siguen bajo control estatal.

Los más críticos advierten que esa apertura llega en el peor momento. En plena crisis financiera, cuando los créditos se cierran a todas las empresas extranjeras, los expertos indican que es muy difícil convertir Siria en una plaza atractiva para la Inversión Extranjera Directa (IED). Ello considerando además que la histórica inestabilidad política del país ha impedido la llegada de capitales foráneos. Un reciente estudio del Ministerio de Economía ha advertido que la contracción del crédito provocará una caída del 30% de la inversión extranjera, el 3% del PIB total.

Los últimos datos reflejan que en 2007 la IED fue de 885 millones de dólares, un incremento de casi el 50% sobre 2006. La mayoría de estos capitales provienen de Qatar y Turquía y se concentran en industria petroquímica y de metal, con pequeños focos en el mercado inmobiliario y el turismo. El gran reto es, por tanto, abrir las empresas a capital europeo, de Extremo Oriente o EE UU, los que precisamente han sufrido con mayor virulencia la crisis internacional y cuyas empresas, de momento, prefieren esperar a que capee el temporal. -

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