UN ENIGMA CATALÁN

este videojuego puede cambiar tu vida. No sucede en pantalla, sino a tu alrededor, en tres dimensiones. Sandra y Cris, sus creadoras, están dándole los últimos toques. Se va a llamar La revolución. Una multinacional lo lanzará al mercado dentro de tres semanas. Mañana, Eduard, el consejero delegado, y su amigo Javier vienen a probarlo. No saben lo que les espera.

El comienzo de La revolució, la última comedia de Jordi Casanovas, es pura nitroglicerina. Con treinta años recién cumplidos, este chico de Vilafranca del Penedès y sus actores de FlyHard, de parecida edad, se han colado como una exhalación en los teatros comerciales de Barcelona y han cosechado críticas excelentes. Su trabajo es de una contemporaneidad arrebatadora. "Lo más arriesgado es hablar del aquí ahora: es difícil saber cuáles son los temas de nuestra época. Los de hace tres décadas los sabe cualquiera", explica, antes de hacer la maleta para un viaje a Nueva York.

"Una obra contra la guerra no es interesante cuando se representa ante pacifistas" (Jordi Casanovas)

La ruina, su espectáculo precedente, hablaba de un gran crash financiero meses antes de que se produjera el de 2008. "En vez de memorizar los ríos de España, deberían de enseñarnos cómo funciona la economía", dice. En 2006 estrenó su Trilogía de los videojuegos en ÀREATangent, salita de 30 localidades, después de llevar deuvedés y dossiers a todos los teatros de Barcelona. Labor inútil: "Sólo conseguimos dar pena". En ÀREATangent montaron tres espectáculos en un año. Wolfenstein, el primero, habla de un informático que intenta meter a Dios en un ordenador. "Se encierra en casa, con un único contacto: la chica que le trae las pizzas. Tetris, el segundo, habla de gente que quiere hacer cosas creativas, pero no se atreve, mientras que otra más lanzada lo vampiriza todo".

City/Simcity, broche del tríptico, trata de una generación en busca de trabajo fijo y de una viajera en el túnel del tiempo. "En el fondo, es una peli de ciencia-ficción. El cine me ha influido mucho. Leí ayer la lista de las 70 mejores películas de los años ochenta y de casi todas hay algún detalle en mis obras".

Jordi opina que donde mejor están sus actores es en La revolució: "Porque he escrito mejores personajes. Cuando trabajas mucho con un intérprete, te das cuenta de que si en una obra está bien y en la siguiente no, no es culpa suya, sino del personaje". Su relación con la compañía es un ejemplo de fidelidad mutua. Roser Blanch y Clara Cols llevan con él desde el principio. Sergio Matamala y Pablo Lammers, desde la primera comedia de la trilogía. Con Borja Espinosa, Mireia Fernández y Alicia Puertas lleva año y medio. Pero, como ninguno es famoso, les cuesta Dios y ayuda atraer al gran público. "La gente que sólo sale al teatro un par de veces al año quiere ver a los actores de la tele, aunque la obra sea un rollo".

La vocación escénica de Jordi es genuina: despertó cuando estudiaba teleco, carrera que abandonó por Bellas Artes. "Me gusta el arte conceptual, pero me di cuenta de que es un círculo cerrado". After sun, de Rodrigo García, y Gore, de Javier Daulte, son espectáculos que le marcaron. "Gore narra una historia tonta, con una libertad radical. Normalmente sucede al revés: se quieren contar grandes cosas y se acaban diciendo obviedades".

Cree que el mejor teatro es el que dice a los espectadores lo que no quieren oír. "Si les da la razón, es lo más aburrido del mundo". Y pone como ejemplo lo que le sucedió con las obras de Rodrigo García. "After sun me sorprendió y me tocó porque yo no era público suyo. Las siguientes me gustaron menos porque estaba de acuerdo con ellas: una obra contra la guerra no es interesante cuando se representa ante pacifistas". n

La revolució. Hasta el 1 de marzo, Barcelona, Sala Villarroel, www.lavillarroel.cat. La ruïna. 20 de marzo, Ripollet (Barcelona), Teatre Auditori. City/Simcity. 21 de mayo, Castellón; 22, Villena (Alicante); 23, Elche. ww.flyhard.org