Dos kilómetros bajo la piel de Málaga

El metro de Málaga inició ayer uno de sus tajos más cruciales, los dos kilómetros de túnel entre el futuro intercambiador de transportes en la estación de Renfe y la avenida Juan XXIII, en el distrito de Cruz de Humilladero, uno de los más poblados de la ciudad. Las obras, íntegramente subterráneas, son las primeras que se realizan del trazado original de la línea 1 del suburbano malagueño. En junio se iniciaron los trabajos en superficie en el tramo entre las futuras cocheras, en la barriada de los Asperones, y la Universidad, añadidas al proyecto inicial.

Los trabajos de este tramo, que durarán tres años y costarán 85 millones, arrancan justo el mismo mes en que estaba prevista inicialmente la puesta en servicio de las dos primeras líneas de la infraestructura. La primera fase de la obra consiste en la identificación y desvío de los servicios afectados, como electricidad, teléfono, agua o gas, entre otros. A partir del verano comenzará la parte más molesta para los vecinos, la apertura de los muros pantalla que delimitan los túneles y las estaciones. Posteriormente se instala la losa de cubierta para poder recuperar el espacio público en la superficie.

La Junta de Andalucía es la promotora de la obra mediante un modelo de concesión por el cual un consorcio empresarial liderado por FCC se encarga de la ejecución de los trabajos y de la explotación del suburbano durante los 30 años siguientes.

Este modelo de concesión, implantado a finales de los años 90 para poder financiar una obra presupuestada en un principio en 413 millones de euros, ha generado bastantes dolores de cabeza a los responsables autonómicos, ya que se ha traducido en retrasos, sobrecostes y negociaciones continuas con las empresas constructoras. De hecho, parte del recorrido en superficie de la línea 1 ha sido retirado a las empresas y se pagará directamente con presupuestos de la Junta. El enlace hasta las cocheras también correrá por cuenta autonómica.