Quintana pone a Allariz como ejemplo de que el cambio necesita más tiempo
"La paciencia también es revolucionaria", afirma el candidato del BNG
Otra vez la paciencia. Por activa y por pasiva, desde los propios carteles electorales del BNG, que con su Queremos máis admiten que aún no hay suficiente. Esta vez en el feudo del candidato, Allariz, la localidad en la que Anxo Quintana se convirtió en alcalde y que le catapultó a la primera fila de la política gallega. Una villa deliciosa, cuya transformación pocos discuten al BNG. Pero como el cambio en Galicia, el de la ribera del Arnoia tampoco se culminó "en dos días". Y frente a los que demandan pasos largos, recetó "valentía, compromiso, trabajo, inteligencia y paciencia, que también es una virtud revolucionaria".
A los dos años de asumir la alcaldía alaricana, recordó ayer el candidato, su partido tenía una primera cita con las urnas. "Y muchos me decían que habíamos hecho muy poco: aún no estaba el río saneado, por ejemplo". Pero los ciudadanos tuvieron paciencia, le brindaron una mayoría más amplia y se obró "el milagro de Allariz". "¿Qué sería de nosotros si le hubiéramos hecho caso a los impacientes? Pero no: tuvimos la paciencia suficiente para arrimar el hombro", enfatizó.
El líder nacionalista se reivindica como el único con ideas socialdemócratas
El pabellón municipal de Allariz rompió en aplausos, pero Quintana fue incapaz de derrumbar el muro invisible que ayer le separó de los suyos. Como agarrotado, en un recinto que ni reventó -no más de 1.000 personas se reunieron en el polideportivo- ni vibró en ningún momento, el candidato comenzó pidiendo perdón. Perdón porque las responsabilidades políticas le han alejado del pueblo. "Pero sabéis que mi corazón estará siempre con vosotros", dijo. El mensaje recibió una tibia acogida, y Quintana ya no se repuso.
De modo que siguió con lo suyo, que ayer era un monográfico sobre la perseverancia sin prisas. Y por si el asunto pudiera alejarle de las bases más inconformistas del BNG, por no decir revolucionarias, el hilo de la paciencia como fórmula para la revolución le condujo a Salvador Allende, con el que se equiparó. Ya lo había apuntado horas antes en Burela, en un mitin con menos expectativas pero con más brillo, y lo repitió después en su casa.
El Chile de principios de los años 70, relató, era progresista y hasta nacionalista, "aunque no lo llamaran así". E inició un proceso transformador que pasaba, entre otras cosas, por que los recursos naturales del país redundaran en los suyos, y no en los poderosos y extranjeros, apuntó, forzando el símil con el concurso eólico. Recibió Allende los ataques de los "poderosos", pero también sufrió "la impaciencia de algunos, que reivindicaban que había que ir más rápido". "El final lo conocéis bien, y aquellos que querían más cambios conmemoran ahora la derrota. Yo no quiero conmemorar derrotas, lo que quiero es ser recordado por las victorias", jaleó.
Como viene siendo habitual, al candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, le dedicó Quintana un tercio de su mitin. Por sus "mentiras y difamaciones", como la lujosa nevera de su coche oficial, "que acabó en minibar de 40 euros". Por supuesto, por no debatir. Y también, por los casos de presunta corrupción, como el que ahora afecta a su cabeza de lista de A Coruña, Carlos Negreira. "Pero en vez de dar explicaciones, le echa la culpa al juez, a los fiscales, a la policía, al Gobierno y si se tercia al Papa de Roma".
También como en días pasados, Quintana reclamó el voto no sólo a los nacionalistas, sino a los galleguistas -"el BNG es el Partido Galeguista del siglo XXI", recitó- y a los progresistas. En este apartado, abrió un nuevo capítulo en su discurso, al reivindicar un espacio en el que habitualmente domina su socio en el Gobierno gallego, el PSOE. Así, Quintana reivindicó a su formación política como "la única que está haciendo propuestas socialdemócratas en esta campaña". A fin de cuentas, añadió, "si gana el BNG, quien está ganando es Galicia".
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