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La precampaña del 1-M
Columna
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El eco de Davos

Una de las primeras sensaciones que emanan de la reunión de Davos es que el cóctel de la globalización compuesto por un comercio internacional muy liberalizado y funcionando con una amplia des-regulación financiera, sin apenas controles, ha pasado a mejor vida. Dicho en términos más prosaicos, el triunfo del mercado sobre el Estado no es, ni será la fórmula mágica para el funcionamiento de la economía.

Ahora, la tendencia es escapar de los discursos convencionales para adentrarse en otras soluciones. De entrada, se aceptan los planes de regulación económica y se aplauden los programas de rescate por parte de las instituciones públicas; pero, sin embargo, no se ha restringido ni castigado la arrogancia de determinados banqueros ni tampoco se les ha exigido responsabilidades por la gestión llevada hasta el momento, causante, como es bien sabido, de tantos desequilibrios. De otra parte, se insiste en "infinitos condicionales", reclamando la necesidad de la coordinación de políticas económicas; de países; y de la creación de organismos supervisores a escala mundial que garanten el reparto de responsabilidades.

Estamos ante un cambio profundo en la ética sobre la codicia de algunos empresarios

Los mensajes son, por lo tanto, claros y nítidos. Y a su vez son muy diferentes a los pronunciados años atrás. La nueva era va a exigir aceptar cambios en los modelos económicos, sociales y de valores. Ante este nuevo panorama, las reglas de funcionamiento han de ser conocidas y han de estar sobre la mesa; y no se deberán alterar ni modificar en beneficio de unos pocos o que se puedan trasgredir con facilidad e inmunidad.

Las tentaciones proteccionistas son un mal ejemplo y hay que estar muy atento a las orientaciones que ciertos países quieren darle a sus políticas industriales de cara a resolver de manera individual sus problemas coyunturales.

De la reunión de Davos se pueden extraer varias conclusiones. La primera es que la crisis no sólo es global, sino que ya está sincronizada; esto es, la intensidad y la velocidad de transmisión fue tan rápida que, en la actualidad, no existe economía nacional en el planeta que se pueda considerar al margen de los efectos y repercusiones. En segundo lugar, que la situación económica actual requiere de actitudes firmes, en lo que hace referencia a la adopción de medidas, planes e instrumentos coercitivos. O sea, determinación para afrontar la situación y las turbulencias. La tercera conclusión es la que atañe a la necesidad de coordinación y de cooperación; puesto que nadie, de manera aislada, será capaz de sortear, de escapar, o de eludir los impactos. La cuarta idea resultante es que estamos ante un cambio muy profundo de los valores, principios éticos y aspiraciones de la sociedad mundial ya sea en los conceptos de seguridad y confianza, ya sea sobre las actitudes de codicia por parte de algunos empresarios y gestores. Y finalmente, como quinta reflexión, hemos aceptado el impacto intergeneracional, o sea, hemos recuperado lo que Marie Gro Brundlant diseñara hace años sobre el desarrollo sostenible cuando decía que era "aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias". Es decir, se llama la atención sobre los modelos de crecimiento y el equilibrio que debe existir con las actuaciones relacionadas con el medio ambiente, los ecosistemas, la biodiversidad y la aplicación de principios de precaución a la hora de instrumentalizar programas que no contribuyan a deteriorar las opciones de las generaciones venideras.

Ante este panorama todo cuanto apoyo se brinde a las instituciones será poco; toda cuanta exigencia se le demande para que actúe con determinación, también será poco; y finalmente, todas cuantas reuniones con el mayor número posible de países involucrados en afrontar las repercusiones en esta crisis global y sincronizada, también serán pocas. En suma, sólo los que desean utilizar esta fase de turbulencias para extraer beneficios particulares, esquivar compromisos y sortear responsabilidades, están fuera del contexto y de las actuaciones conjuntas de las instituciones.

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