La Biblioteca Nacional canta
La institución expone sus fondos sonoros y gráficos sobre la historia de la copla en una muestra sin precedente
La Biblioteca Nacional abandona hasta el mes de abril su rígida seriedad y abre sus salas interiores al eco de una expresión cultural hondamente española: la copla. Su música, sus dramas, enredos y amoríos, poemada y cantada con sentimiento por voces cálidas y memorables, inunda a partir de hoy el palacio del paseo de Recoletos. De sus ricos fondos ha extraído fotografías, cancioneros, discos, libros, partituras, filmes y carteles, allí depositados por imperativo legal desde 1945. Con ellos ha montado una exposición sin precedentes, donde todos esos testimonios destellan aún con la lumbre de un arte que no parece apagarse.
Llamada también canción española, la copla esparció por la geografía hispana relatos vívidamente cantados que enraizaron en lo más hondo del imaginario nacional. Sus ecos fluían desde los patios de vecindad hasta mercados y fábricas, para inundar también teatros, cines y salas de espectáculos a lo largo de todo el siglo XX.
Sus ecos fluyeron desde patios de vecindad hasta las fábricas y mercados
Músicos de fuste como Quiroga, León y Solano, o letristas como Manuel Machado pusieron sus pentagramas y libretos bajo la advocación de la copla, para ser interpretados por las mejores voces: Raquel Meller y Pastora Imperio, además de Juanita Reina, Miguel de Molina, Estrellita Castro o la impar Concha Piquer, matriarca de este género, que encontró también en Antonio Molina, Juanito Valderrama, Antoñita Moreno, Marifé de Triana y Pepe Blanco algunos de sus más renombrados protagonistas. El actor madrileño Tony Leblanc y el vallecano Angelillo fueron celebrados copleros. Sellos discográficos como Montilla o La Voz de su Amo difundieron el esplendor de canciones como Ojos verdes, Suspiros de España o El cordón de mi corpiño. Casi nadie lograba sustraerse del hechizo de la copla, pues embelesaba a las gentes porque "en medio de las penurias, contaba historias de amor", al decir de Alicia García Medina, comisaria de esta muestra junto con Nieves Iglesias. Ambas han seleccionado más de 200 objetos y testimonios sonoros y gráficos de esta expresión musical nacida de la mixtura entre cuplé, pasodoble, pasacalles de zarzuela, tonadilla y canción andaluza.
Por la incipiente crítica social y los anhelos de libertad moral que la copla incluía, sufrió el acecho de la censura política y eclesial. Para José Manuel Martín de la Plaza, tratadista de la copla, Concha Piquer no quiso acudir a cantar ni al teatro Calderón ni al palacio de El Pardo, donde la esposa de Franco convocaba cada año a celebridades copleras. "Aquello le causó problemas y le privó de pasaporte una temporada", señala. Durante la transición democrática, intelectuales progresistas como Terenci Moix o Manuel Vázquez Montalbán ahuyentaron los tópicos que ocultaban su raigambre profundamente popular. Gracias a la entidad vocal de Rocío Jurado y a los esfuerzos modernizadores como los de Manolo Escobar, Isabel Pantoja o el llorado Carlos Cano, el éxito de la copla obedeció a que llegó a ser una casi única guía para satisfacer la tan descuidada educación sentimental de millones de españoles.
La Copla, en la Biblioteca Nacional. Martes a sábados, de 10.00 a 21.00. Domingos y festivos, de 10.00 a 14.00. Paseo de Recoletos, 20. Entrada gratis.
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