Los bárbaros intrusos
Aparecieron con el terremoto del punk rock pero, por edad y por cultura, no eran punkis. Los Stranglers se encargaron de destacarlo con un comportamiento insolente y agresivo. Una lascivia de sal gruesa, un europeísmo anticomunista que iba contra el pacifismo dominante en el mundo artístico, una impaciencia con los comportamientos aceptados en la escena londinense de finales de los setenta. Y eran capaces de defender sus argumentos con las manos.
Inevitablemente, fueron condenados al ostracismo por sus colegas; la prensa musical les borró de su santoral.
Puede que los Stranglers resultaran antipáticos, pero obras son amores: han dejado más canciones memorables que muchos de sus más celebrados compañeros de generación. Construyeron un marmóreo repertorio con ecos de los Doors, del rock de garaje, de la psicodelia opiácea. Ese robusto cancionero justifica su Hits tour, que llega al Joy Eslava (Arenal, 11) el próximo jueves día 29.
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