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Reportaje:ESCAPADAS

Atrezo barroco en Dresde

Nazis y comunistas marcaron el paso en la ciudad de los príncipes sajones, admirada por autores como Goethe y Kurt Vonnegut

No había vuelto a Dresde desde aquellos momentos posteriores a la caída del muro de Berlín para hacer un reportaje de la nueva Alemania. Sobre el impresionante conjunto monumental de la Altstadt (ciudad vieja) aún no sobresalía la enorme cúpula, la "campana de piedra", de la Fraeunkirche. La iglesia de Nuestra Señora, la más grande de Alemania de confesión protestante y en la que predicó Lutero, se hallaba piedra sobre piedra en la plaza de Neumarkt, tal como quedó tras el bombardeo aliado del 13 de febrero de 1945. En aquella noche de sangre y fuego, miles de bombarderos lanzaron 7.000 toneladas de bombas en varias oleadas provocando la muerte a unas 30.000 personas y la total destrucción de la ciudad.

Hoy día, cuando se atraviesa el puente Augustus desde la Neustadt (ciudad nueva), se puede admirar de nuevo la recién reconstruida Frauenkirche con sus muros ajedrezados por las ennegrecidas piedras originales recuperadas. Emerge sobre el conjunto de iglesias y palacios barrocos cuyas cúpulas conforman en el cielo la silueta que inmortalizó a Dresde. La misma que cautivó durante siglos a pintores y escritores como Canaletto, Goethe y Schiller, quien escribió en Dresde su Oda a la alegría; la misma que impactó a Billy Pilgrim, el personaje de la novela de culto Matadero 5, de Kurt Vonnegut, que fue uno de los pocos prisioneros norteamericanos que sobrevivieron al bombardeo.

Surcada por las cadenciosas aguas del Elba que dividen la Alstadt de la Neustadt formando un meandro, Dresde es hoy una ciudad animada que proyecta su futuro, pero sin olvidar sus atormentados pasados. Tanto el nazi -en la memoria del escritor Víctor Klemperer, que sobrevivió al Holocausto, y en la Bondad, la estatua del Ayuntamiento, icono y testigo mudo del bombardeo- como el comunista -en las obras de sus nuevos narradores Ingo Schultze y Uwe Tellkamp.

La reconstrucción que empezó en 1945, y sigue aún, le ha devuelto a Dresde el esplendor monumental de antaño que llevó al poeta Herder a llamarla la Florencia alemana. Y tras la caída del muro ha recuperado su vieja condición de foro económico y cultural, como se aprecia en la pujante zona comercial de Pragerstrasse, en donde conviven los edificios de vanguardia con los grises del socialismo real y los ennegrecidos palacios e iglesias de las plazas de Altmarkt y Neumarkt.

El esplendor barroco de Dresde viene de la época de los Wettin, los príncipes electores de Sajonia. Sobre todo Federico Augusto I El Fuerte y su hijo Federico Augusto II, auténticos reyes sol que hicieron de Dresde su París, construyendo incluso, aunque más modesto, su exótico Versalles en la cercana Pilnitz. A ellos se debe la mayor parte de las iglesias, palacios, los fabulosos museos y estatuas que, como la peculiar Der Goldene Reiter (el caballero de oro), inundan la ciudad. Iglesias como la católica Hofkirche, con su monumental órgano, y la Kreuzkirche, con una de las corales más antiguas del mundo; palacios como el Brülh y el real de los Wettin con sus esgrafiados, colecciones de joyas de la Cueva Verde y el Fürstenzug, un mural de 102 metros hecho con 24.000 azulejos de porcelana de Meissen que representa un desfile de los príncipes a lo largo de los siglos. Pero el más bello y representativo de Dresde es el Zwinger. En sus pabellones se halla, entre otros museos, la Gemäldegalerie Alte Meister, una de las pinacotecas europeas más importantes, con cuadros de Rubens, Durero, Rafael, Cranach..., y las imponentes Vistas de Canaletto, que nos dan la sensación de que nada ha cambiado en Dresde. En el alargado patio central, lleno de jardines y fuentes, con su carillón de cuarenta campanas de porcelana, se puede uno imaginar durante los conciertos estivales cómo eran los bailes de corte y desfiles que allí tenían lugar.

Hablando de música, al lado del Zwinger, en la monumental Theaterplatz se halla el Semperoper, uno de los mejores y más solicitados teatros de ópera del mundo. Su orquesta, la más antigua, ha contado entre sus directores con Wagner -que estrenó aquí Tannhauser-, Strauss y Weber.

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Un arsenal de arte

A pesar de que su colección se vio diezmada por los nazis y por la guerra, la otra pinacoteca imprescindible es la de arte moderno, la Gemäldegalerie Neue Maister, con obras de Friedrich y de los principales maestros del impresionismo. Se halla en el Albertinum, palacio y arsenal en obras, que también alberga otros tres museos. Cerca está la Academia de Arte, popularmente zitronenpresse (exprimidor de limones) por su cúpula nervada de cristal. Se asoma al Elba por la Brühlsche Terrasse, el antiguo paseo de ronda de las murallas, reconvertido en jardines palaciegos, que Goethe bautizó como el "balcón de Europa". Paseando por esta zona se disfruta de una de las vistas más bellas de la ciudad y del río. Si se quiere algo de sosiego, se puede ir al Grossen Garten (gran jardín), inmenso pulmón verde de la ciudad, y si se quiere ambiente, en dirección de la Neumarkt y la Altmarkt, zona llena de animados cafetines y restaurantes donde degustar la copiosa cocina sajona, regada con caldos de la tierra y Weizenbier, y rematada con un suculento strudel.

Al otro lado del río, en la Neustadt, tenemos el triángulo que forman la Hauptstrasse, la Albrechstrasse y la Konigstrasse con la aburguesada Albertplatz, un área llena de tiendas de moda, antigüedades, ruidosas cervecerías de tradición bohemia y restaurantes coquetos en galerías y jardines. Para rematar la visita es recomendable realizar un pequeño crucero por el Elba. Sus centenarios barcos de vapor nos harán disfrutar de sus orillas, sembradas de palacios, mansiones y viñedos. Un broche final que nos traerá a la memoria el verso de Herder "¡Florece, Florencia alemana, con tus tesoros al mundo del arte!"

» Manuel Florentín es editor de Alianza Editorial.

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Guía

Cómo ir

» Dresde está a 193 kilómetros al sur de Berlín. No hay vuelos directos de Madrid ni Barcelona. Sale mejor volar a Berlín (Easyjet: www.easyjet.com; 902 29 99 92, directo ida y vuelta desde Madrid, 46 euros, y Barcelona, 53 euros) y tomar el tren (30 euros por tramo; www.bahn.de).

Información

» Turismo (www.dresden.de).

Comer

» Italienisches Dörfchen

(www.italienisches-doerfchen.de; 0049 351 49 81 60). En una terraza del Elba, junto al Semperoper. 15 euros.

» Kuppelrestaurant (www.kuppelrestaurant-dresden.de; 0049 35 14 90 59 90). En la cúpula acristalada del Yenidze, un edificio singular que fue fábrica de tabaco. Magníficas vistas. Unos 20 euros.

» Pfunds Molkerei (www.pfunds.de; 0049 35 18 10 59 48). Esta lechería de 1880 de la Neustadt reclama haber inventado la leche condensada. Tiene una tienda delicatessen y está alicatada con azulejos neorrenacentistas. 15 euros.

Dormir

» Bülow. Rähnitzgasse, 19 (www.buelow-residenz.de; 0049 35 18 00 30). Auténtica joya cuyo restaurante pasa por ser uno de los mejores de la región. La doble, desde 195 euros.

» Hotel de Saxe. Neumarkt, 9 (www.steigenberger.com; 0049 35 14 38 60). Lujoso y en pleno casco histórico. Oferta de dos noches, desde 175 euros.

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