Pio Laghi, cardenal, diplomático del Vaticano
Su misión en la Argentina de la dictadura fue muy polémica
El cardenal Pio Laghi falleció en Roma el domingo a los 85 años a causa de una leucemia. Durante 30 años dirigió numerosas misiones diplomáticas vaticanas en todo el mundo, empujado por su pasión por los asuntos internacionales. Alabado dentro de la curia por sus dotes diplomáticas, su papel como nuncio apostólico en Argentina, desde 1976 a 1980, fue muy discutido. Durante esos años, Laghi mantuvo una estrecha amistad con algunos generales de la dictadura, y en 1997 fue denunciado ante la justicia italiana por la Asociación de las Madres de la Plaza de Mayo como cómplice de la desaparición de los opositores al régimen. Se defendió alegando que sólo después de salir de Argentina había sabido lo que ocurría durante esos años. "Fue a finales de 1979 cuando tuve la certeza de que se violaban sistemáticamente los derechos humanos y lo condené", dijo en una ocasión.
Entre la complicidad con la dictadura, de la que es acusado por muchos, y la inocencia, defendida por menos, con el paso del tiempo se ha abierto camino la tesis de que Laghi se encontró en un callejón sin salida entre la Iglesia argentina, muy cercana al régimen, y la realpolitik impuesta por el Vaticano en la fase crucial de la mediación por el Canal de Beagle, que estuvo a punto de iniciar una guerra entre Chile y Argentina en 1978. El cardenal Achille Silvestrini ha recordado ahora que su intervención resultó decisiva para evitar ese conflicto.
En 1980, Juan Pablo II lo destinó a Washington como delegado apostólico, y en 1984, después de reforzar los lazos entre ambos Estados, se convirtió en el primer nuncio en Estados Unidos. Amigo personal de Ronald Reagan, con quien solía jugar al tenis, y de George W. Bush, que ayer alabó sus esfuerzos por "lograr la paz y la justicia en el mundo", en la curia era conocido como el cardenal "más americano". Hace apenas 20 días dedicó su última conferencia al futuro de Estados Unidos y a las nuevas perspectivas que abre la elección de Obama, al que parangonó a Josué ante la Tierra Prometida. "Redime a América del horrible pecado original de la esclavitud que le ha ensuciado el rostro y la naturaleza durante 220 años", dijo. Su última misión diplomática fue en 2003, cuando viajó a EE UU para entregar una carta de Juan Pablo II a George W. Bush con el objetivo de frenar el inminente ataque militar contra Irak.
Nacido en Castiglione di Forli, su carrera en el Vaticano se inició en 1952 con una misión en Nicaragua. Posteriormente trabajó en India, Jerusalén y los territorios palestinos, Chipre, Grecia, Argentina y Estados Unidos. Tras su regreso a Roma, ejerció como prefecto de la Congregación para la Educación Católica. Fue nombrado cardenal en 1991.
El funeral se celebró ayer en la basílica de San Pedro oficiado por el decano del colegio cardenalicio, Angelo Sodano. El papa Benedicto XVI dirigió la oración fúnebre que cerró la ceremonia y en la que recordó las "dotes humanas y sacerdotales" del cardenal que llevó a cabo "misiones delicadas que siempre intentó cumplir con fiel dedicación a Cristo y a su Iglesia".
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