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Reportaje:

"Laxeiro... Me suena"

Cientos de niños aprenden arte estas vacaciones en el Museo de Pontevedra

Con los ojos como platos y sin perder ripio, medio centenar de niños de entre 3 y 12 años miran y admiran las obras del Laxeiro adolescente. A pocos metros, los más pequeños han hecho suya la gran sala de exposiciones temporales del nuevo edificio del Museo de Pontevedra. Cortan, pegan, dibujan y exhiben sus creaciones bajo el mismo techo que Castelao, Arturo Souto o Mariano Fortuny. En medio, un señor de aspecto sobrio (el director del museo, Carlos Valle) escucha a una niña que le explica que su amiga no ha podido acompañarla porque tiene fiebre.

La experiencia obedece a una idea de Teresa Pedrosa, vicepresidenta de la Diputación de Pontevedra (entidad de la que depende la pinacoteca), que planteó la posibilidad de recuperar los talleres que ya en los años 70, con el patrocinio de la Caja de Ahorros, se llevaban a cabo en el viejo edificio. Carlos Valle recogió el guante al vuelo porque "hay que hacer cantera", dice. ¿El objetivo? "Entretener, divertir y formar: que la gente más joven conozca lo que es un museo y aprenda a disfrutarlo de manera divertida". Y con el añadido de que los niños, además, "están muy bien atendidos" por los ocho monitores.

Cuando se les animó a pintar la libertad, varios chavales dibujaron consolas
Los pequeños reciben lecciones de artistas consagrados

Bajo el título Xogarte se enmarca un programa de actividades gratuitas, abierto a todos los niños de la provincia, con un tope diario de 100. Desde las 9 hasta las 14 horas por las mañanas y desde las 17 hasta las 20 horas por la tarde, el llamado Sexto Edificio ofrece, hasta el sábado, entretenimiento a los más pequeños. Habrá bailes del mundo, coreografías, papiroflexia gigante, harán un gran puzle con obras reconocidas y crearán sus propios instrumentos musicales, entre otras propuestas.

Pero, estos días, el reposo que se respira en las salas y pasillos que guardan lienzos de Sorolla o Carlos Sobrino comparte espacio con la algarabía de los juegos tradicionales, como el corro de la patata, el brilé o el pañuelo. En los enormes espacios acristalados de la pinacoteca, por una vez, retumba insólita la voz de Hanna Montana, que "es la música que escuchan ahora". Con ella bailan, juegan al paracaídas o a las sillas y, para reponer fuerzas, el guardia de seguridad les abre la puerta de la sala contigua, donde les espera la merienda.

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Al margen de los talleres de manualidades o de los cuentacuentos, este acercamiento al mundo del arte se redondea con la visita de varios profesionales de prestigio. Xabier Magalhaes, discípulo de Laxeiro, fue el primero en charlar con ellos y relatarles cuándo y cómo empezó a pintar. Después de desvelar algunas claves de la obra del artista de Lalín, invitó a los niños a plasmar con sus propias manos el concepto de libertad. "Casi todos optaron por dibujar paisajes, mucho campo y cielos abiertos aunque hubo varios que dibujaron unas consolas", comentan las monitoras. Para rematar la jornada, Magalhaes dibujó algo para cada uno.

Carlos Valle recurre a la célebre expresión de Rilke "la patria es la infancia" para ir al fondo de la cuestión, porque "convertir a una persona de 40 o 50 años en un adicto al arte es más difícil". Él es la mejor prueba. Con 12 años recorría el museo como alumno colaborador, como antes denominaban a los voluntarios. Ahora, con los niños en el nuevo edificio, vuelve "a la infancia, a la adolescencia". Ejercía entonces como guía durante las vacaciones escolares y, de aquellos ratos, nació una pasión que confía en trasladar a los pequeños.

Los monitores explican que a pesar de que los niños "vienen a descargarse, a jugar", el acercamiento al mundo del arte "es muy positivo". "La mayoría pregunta de quiénes son los cuadros y, cuando les responden, te dicen: 'Laxeiro...me suena'". Desde luego el método funciona porque aunque muchos ya habían visitado con sus colegios la muestra O primeiro Laxeiro 1908-1942, este reencuentro ha calado hondo. Sheila, de tan solo 8 años, baraja la posibilidad de dedicarse a esto del arte y se rebela contra su timidez para contar de corrido todo lo que ha aprendido sobre el genial pintor. Iria, de 12, dice que "los retratos están chulos" y Luis, de la misma quinta, reconoce al menos que "mejor que yo dibuja". Así, casi sin darse cuenta, de un "Laxeiro... me suena", algunos dejan asomar ya un pequeño crítico de arte.

Una monitora explica un cuadro de Laxeiro a los pequeños visitantes del museo pontevedrés.
Una monitora explica un cuadro de Laxeiro a los pequeños visitantes del museo pontevedrés.LALO R. VILLAR

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