"Si su prensa es tan crítica, ¿por qué no investigó a Bush?"
Yin Yungong entra en el reservado del restaurante con paso rápido, declina sentarse en el lugar de honor de la habitación, frente a la puerta, y extiende su tarjeta de visita, dos tercios de cuya superficie están ocupados por una larga ristra de cargos; entre ellos, decano del Instituto de Periodismo y Comunicación -un think tank perteneciente a la Academia China de Ciencias Sociales- y director de la Asociación de Periodistas. "El periodismo ha cambiado mucho en China. Ahora existe más libertad de información. Pero aún hay cosas sobre las que no se puede escribir, porque China es un país en desarrollo y hacerlo tendría un impacto negativo", asegura. "Por ejemplo, un director de periódico puede pensar que un caso criminal es noticioso. Pero el Partido Comunista puede considerar que este tipo de información no es buena para la gente, la estabilidad social, o la imagen de la nación, y aconsejará que no se publique".
El 'pope' de la prensa china cree que Occidente no puede dar lecciones
Yin, de 52 años, habla con la misma premura que abre la carta y pide un conjunto de platos bien equilibrados. ¿Y para beber? "Té es suficiente", dice. Su trabajo le sitúa en una excelente atalaya para debatir las grandes diferencias existentes entre el periodismo chino y el extranjero, que llegaron al máximo con la cerrazón informativa decretada por Pekín tras las violentas protestas tibetanas ocurridas en Lhasa en marzo pasado.
"Los medios occidentales no entienden la cuestión de Tíbet", afirma. Pero cuando se le cuestiona que para poder informar hay que ver, y los periodistas extranjeros no pueden viajar a Tíbet si no es bajo el ala del Gobierno, mira a su interlocutor como si no le creyera. "Yo sé de reporteros occidentales que han ido", replica, consciente o no de que lo han hecho como turistas, y, aun así, seguidos por la policía. "El Gobierno de Tíbet quizá está demasiado nervioso y lo hace por estabilidad. Pero poder ir allí no significa que vayas a informar bien. De la misma forma que no ir no implica informar mal".
Este académico piensa que la prensa extranjera sólo critica y da noticias negativas, y es injusta con los progresos de China. "Esto afecta a la forma en que es percibida en el mundo. Mucha gente, cuando viene aquí, se da cuenta de que las cosas son distintas de lo que ve en la televisión en su país".
Yin saborea el codillo en rodajas, típico de este restaurante de barrio de aire melancólico, situado junto al Diario del Pueblo (órgano oficial del Partido Comunista Chino). Y cuando se le comenta que los medios en Occidente tienen un papel de cuestionamiento, incluido a los Gobiernos, que en China casi no existe, responde: "No se puede exigir a China el mismo patrón que a Occidente. El periodismo aquí tiene distinta demanda".
"El enojo del Gobierno por las críticas es una muestra de falta de confianza. Pero no hay que olvidar que China era un país débil antes de las reformas, iniciadas hace 30 años. Europa es poderosa, y no puede entender los sentimientos de una nación débil que se hace fuerte. Con los cambios, China se hará más abierta".
Y, a continuación, añade: "Si la prensa en Occidente es tan crítica, ¿por qué no investigó la denuncia de Bush de las supuestas armas de destrucción masiva de Sadam Hussein, en Irak, esa gran mentira? ¿Y por qué no controló la actual crisis financiera desde el principio?".
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