Ensayamos en el 'messenger'
La Red mantiene unido a un crecientenúmero de bandas pese a la distancia
Cuando Rafa, Eddie, Edward y David terminaron el instituto hace algo más de un año tenían dos opciones: o mandar a paseo el trabajo hecho o aprovechar las nuevas tecnologías para seguir con su sueño a miles de kilómetros de distancia. Cada uno estudia la carrera en cuatro puntos del mundo: EE UU, Madrid, Barcelona y Manchester. Ellos optaron por lo segundo, y así The Monomes, que hoy actúan en Garibaldi, en Madrid y acaban de publicar su primer disco, Give it an M (funk-rock cantado en inglés), ensayan cada día a través de videoconferencia.
No hay problema. "Primero David graba su línea de guitarra en su estudio y nos la manda en MP3", cuenta Rafa, de 18 años. "Luego hay un ir y venir de correos electrónicos ajustando letras". Al final los cuatro se sientan delante de la webcam para poner orden en el caos vía ADSL.
The Monomes viven en cuatro ciudades distintas y practican gracias a la 'webcam'
The Monomes es el último grupo que se ha unido a la ya larga lista de bandas que trabajan a distancia. Animal Collective, The Raveonettes, Gnarls Barkley... Los pioneros de este modo de trabajar fueron en 2001 The Postal Service -de ahí su nombre, servicio postal- que si bien empezaron a comunicarse por correo tradicional rápidamente se pasaron al electrónico. "Mi amigo Tamborello me mandó un CD-R con unas bases electrónicas", solía contar Ben Gibbard, también guitarrista de Death Cab for Cutie. "Le añadí algunas guitarras y baterías a la base y se lo volví a enviar". A principios de este año los dos componentes de The Raveonettes utilizaban una entrevista en EP3, suplemento de EL PAÍS, para mandarse mensajes entre ellos. "Si hablas con Sharin", le decía Sune, guitarrista y parte masculina del grupo, al periodista, "dile que la echo de menos". A Sune y Sharin, aunque daneses de nacimiento, les separa todo un país. Ella vive en Los Ángeles y él en Nueva York. "Vivimos separados, nos vemos poco y nos comunicamos por e-mail", reconocía Sune. Suficiente para convertirse, tras cuatro discos publicados, en uno de los grupos más valorados y sofisticados del noise-pop con aires de película de ciencia-ficción de los cincuenta.
Más extraño es el caso del grupo de rock experimental de Baltimore (EE UU), Animal Collective. Y no sólo porque cada uno de los cuatro miembros tengan un seudónimo arrancado del zoo, sino también por su estilo de vida. "La democracia puede ser algo molesto", explicaba Noah Lennox, alias Panda Bear, que vive alejado del resto de la banda en Lisboa junto a su mujer y su hija. Esta fórmula también tiene su canción estrella. El bombazo de 2006, Crazy, de Gnarls Barkley, se gestó a través de correos electrónicos y se empezó a vender sólo por Internet. Los dos componentes del grupo, Danger Mouse y Cee-lo siguen viviendo en ciudades distintas. Otros, pese a los buenos resultados no tienen tan clara que la fórmula sea eterna. "Terminaremos las carreras", añaden The Monomes, "pero si la cosa va bien nos volvemos a España para trabajar en la música, juntos. Y cara a cara".
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