Riña familiar
Cuenta Manuel Vicent que un día entró en el café Gijón el humorista José Luis Coll, excitado por un descubrimiento. Paró la tertulia y exclamó: "Jo, tíos. Acabo de venir de El Escorial ¡y es cojonudo!". A estas alturas decir que Cuéntame es cojonuda suena como aquel descubrimiento de Coll. La primera vez que escuché hablar de esa serie, que entonces iniciaba Tito Fernández, que es lamentablemente ya, como Coll, historia, fue a Felipe González, que decía que terminaría enseñándose en las escuelas. No muchos de los que escuchaban al ex presidente daban crédito al naciente fenómeno de TVE.
Es posible que todavía no se enseñe en las escuelas, pero al menos tendría que enseñarse en las de arte dramático. Porque con los mimbres de nuestra propia historia, Cuéntame ha sido capaz de edificar una no-ficción de ficción que engancha por su veracidad. Ahí todo es aprovechable. Y, claro, hay tres poderosos (o cuatro, si ponemos ahí a María Galiana) rostros dramáticos, Imanol Arias, Juan Echanove y Ana Duato. Y si hubiera que elegir un capítulo reciente en el que esa intensidad llega a la pantalla como un obús fue ése en el que Echanove y Arias protagonizan una agria discusión familiar por culpa de una herencia. Imagino que estos dos actores se llevarán como Dios; pero lo que consiguieron discutiendo sobre unas tierras parecía afectarles personalmente.
En este punto de la serie, ignoro si los guionistas le querrán dar a escenas así la categoría de símbolo de la historia, pero viendo esa riña yo tuve la sensación de estar contemplando un episodio que se parece mucho a aquel que durante siglos ha alimentado todos los dramas y que alimentó uno infaustamente famoso entre nosotros, la Guerra Civil.
Claro, uno se pone a ver la tele y no ve sino símbolos, y a lo mejor lo que había ahí era sólo una riña familiar.
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