La gitana no robó el móvil
Alumnos del colegio Peleteiro de Santiago median en un caso de conflicto
María no encuentra su móvil. Lo ha perdido de vista después del recreo y está convencida de que se lo ha robado Samara, la chica gitana de su clase. Su amiga Inma le da la razón, pero su novio, Iván, no lo tiene tan claro. "Las cosas no desaparecen solas", insinúa María en el patio del colegio. Y entonces aparece Samara. "¡Me lo has robado tú!", la acusa convencida. Iván intenta terciar entre las dos chicas: "Churri, no tienes pruebas". "¡Dame el móvil, Samara!", grita ella sin escuchar a su novio. La acusada no pierde la calma: "No puedes afirmar algo que no sabes, María". "Arréala", reta Inma a su amiga. "Ni te atrevas. ¿A que te doy a ti?", pierde los papeles Samara. "Oye, no te flipes, gitana", le espeta María.
El centro participa en un proyecto europeo de cooperación escolar
"Las cosas no desaparecen solas, has sido tú", acusa María a Samara
La discusión se desarrolla en dos ciudades distintas. Iván e Inma están en el colegio Peleteiro de Santiago. Samara y María, en el colegio Amanecer de Alcorcón, en Madrid.
"No me seas toli", advierte María a Samara. "¿Toli? ¿Qué es eso?". El desconcierto reina en el Peleteiro. "Que tienes muchos humos, los madrileños lo llaman así", explica el profesor de lengua. "Es lo que tiene la raza gitana", se apresura Inma, siempre defendiendo a su amiga. "¡Dame el puto móvil!", enloquece María. "¡Tranquilizaos de una vez!", grita Iván, desesperado. "Te vas a llevar un hostión...", continúa su chica, amenazando a Samara. María no atiende a razones y, en ese punto, aparece un nuevo personaje. La mediadora, en Alcorcón, pide que "alguien" le explique "qué ha pasado", pero nadie le hace caso. "¡Que me des el móvil, Samara! Y tú defiéndeme, ¿no? ¿Eres gay o qué te pasa?", grita María a Iván. "Cariño, habla con la mediadora, después te lo recompensaré".
Esta última frase provoca una carcajada colectiva en Santiago. Iván está enamorado de María, pero se lleva muy bien con Samara. Su álter ego, Pablo, lo sabe todo de él. Y si se le olvida algo, tiene un dossier con la vida y milagros del chico.
María contraataca: "¿A que te peto?". "No, churri, yo te amo", se resiste Iván. Y María pone punto final a la conversación. "Que te calles. Y tú devuélveme el móvil", le grita a Samara, que ha presenciado la discusión de pareja sin decir nada. "Yo no te lo he robado, te lo prometo por Camarón, que es lo más grande". "¡Quiero mi móvil!", repite incansable María.
La discusión se encalla y entonces, tercia la moderadora, el personaje con más poder. Desde Santiago, pide que la mediadora ponga orden para resolver el conflicto. Esa es la clave. "Los chicos se dan cuenta de que pueden solucionar problemas sin la ayuda de los adultos", explica Raquel Castillejo, presidenta de la Asociación Profesional Galega para a Mediación e a Igualdade de Xénero, que dirige el experimento.
"¿Dónde viste el móvil por última vez, María?", pregunta la mediadora. "En clase", contesta. "Yo vi que tenías el bolsillo de la mochila abierto. Quizá se te cayó", insinúa Samara. Entonces María duda y entra en razón: "Pues a lo mejor". Entre todos deciden ir a buscar el teléfono. Y es María quien da con él. "Perdón por las molestias" son las únicas palabras que pronuncia. "¿No crees que deberías hablar con Samara?", le pregunta la mediadora. "Perdóname, pero si me hubieras avisado antes, no hubiera montado este pollo", dice María. "Espero que hayas aprendido algo", responde Samara. En dos minutos, se solucionó el problema del móvil, pero queda un cabo suelto. "Tenemos que hablar", reclama Iván, que se quedó sin novia durante la discusión. "Vente a Alcorcón", bromea su ex chica en la distancia.
La pantalla del ordenador se apaga y el juego de rol termina. En Santiago, Inma e Iván vuelven a ser Carmela y Pablo. Ayudados por sus compañeros de 4º de ESO han cooperado para resolver un conflicto. El Peleteiro es uno de los cuatro participantes españoles de avatar@school, un proyecto europeo que pretende evitar la violencia juvenil. El objetivo es repetir la experiencia en todos los institutos de Galicia.
María recuperó su teléfono y pidió perdón a Samara, pero el "fueron felices y comieron perdices" no convence a los chicos del Peleteiro. "María e Inma seguirán discriminando a la gitana porque no han cambiado su manera de pensar", dicen. Los 23 alumnos creen que si volviera a desaparecer un móvil en esa clase imaginarían a medio camino entre Alcorcón y Santiago: todos los dedos señalarían a la pobre Samara.
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