"Ya sé lo importante que es cuidarme"

Aunque domina el idioma, se muestra tacaño en el diálogo. El portugués Manuel Fernandes, de 22 años, comienza a sentirse jugador del Valencia. No lo había hecho hasta hace poco. En enero pasado se pasó una noche en el calabozo tras una bronca discotequera. Expediente, sanción y mutis por el foro. Fue cedido al Everton. Ha regresado y nadie reconoce en él al joven díscolo e inadaptado de 2007. Mestalla, que hoy verá un Valencia-Sporting (22.00, La Sexta), le brinda una segunda oportunidad.

Pregunta. ¿Es poco risueño?

Respuesta. Sí, río poco. No es que esté siempre enfadado, pero desde niño soy muy serio.

P. ¿Tiene ahora más motivos para sonreír?

R. Sí. Por fin estoy jugando. Y a mí lo que más me gusta es jugar. Me hace feliz.

"Miguel y yo tampoco salíamos mucho de fiesta, pero la gente cree lo que quiere"

P. ¿Recuerda insistentemente el incidente del año pasado?

R. No me acuerdo todos los días, pero lo tengo en mente para que no se repita.

P. ¿Cree que el aficionado lo recuerda?

R. Me da lo mismo. La gente debe preocuparse de lo que hago en el césped. La única manera de que se olvide lo que ocurrió es hacer las cosas bien. Y, por ahora, van bien.

P. ¿Por qué le costó cambiar Liverpool por Valencia?

R. No sé por qué, pero no me acoplé bien. Sabía del interés del Valencia, pero lo tenía todo casi cerrado con el Everton. No esperaba cambiar de equipo.

P. ¿Guarda rencor a Quique?

R. No. Ninguno. Ni a él ni a nadie. Jugué poco con él, es verdad. Pero no le guardo rencor.

P. Su relación con Camacho fue diferente.

R. Me dio la oportunidad de empezar muy joven en el Benfica. Aprendí muchísimo con él.

P. ¿Quién tiene la culpa de la transformación de Fernandes?

R. Yo, el primero. Y toda la gente de mi alrededor, desde el entrenador hasta los compañeros. Aunque el principal responsable soy yo. Por más que la gente quiera ayudar, si tú no quieres, es muy difícil cambiar.

P. Es muy amigo de Miguel. ¿Le ha ayudado a madurar?

R. Él y yo ya sabemos desde hace tiempo lo importante que es cuidarnos. No me ha enseñado él a ser profesional. Nos aconsejamos uno a otro, pero ni yo tengo que decirle nada a él ni él a mí.

P. ¿Salen menos de fiesta?

R. Tampoco salíamos mucho. Pero la gente cree lo que quiere. Puede pensar que yo el año pasado no rendía igual porque salía todos los días, que no es verdad, pero no me molesta.

P. ¿Cómo ha participado Emery de su evolución como persona y como jugador?

R. Soy la misma persona. Como futbolista, mucho. Me ha dado la oportunidad de jugar muchos partidos. Esa confianza, para mí, es fundamental.

P. Está fuerte. ¿Mucho gimnasio?

R. Hago trabajo extra todos los días. Me quedo media hora más en el gimnasio. Tuve una pubalgia y no quiero repetir.

P. Pensé que lo de que era amigo de Amy Winehouse era una leyenda...

R. La conocí cuando estaba hace dos años en Londres, pero no es cierto que tuviera una relación con ella. Son tonterías.

P. ¿Tiene su disco?

R. No, no lo tengo, pero me gusta. Sobre todo Back to black.

P. Cassano cuenta que ha estado con 600 o 700 mujeres. ¿Es eso posible?

R. No lo sé. Tendría que preguntarle a él...

Se despide cortésmente. Se marcha murmurando. "Cassano...", repite. Y, esta vez sí, ríe.