Coupet tapa la racanería del Atlético
Portillo desperdicia un penalti y Osasuna continúa sin conocer la victoria
El trauma de Osasuna con el gol comienza a escaparse de cualquier escala analítica posible. La incapacidad goleadora del equipo rojillo no entiende ni siquiera de distancias. La cercanía del punto de penalti respecto a la línea de gol es mayor en el Reyno de Navarra que en el resto de los estadios, al menos para sus jugadores. Portillo tuvo en sus botas la oportunidad perfecta para espantar los demonios de un equipo que en la décima jornada de Liga todavía no sabe lo que es ganar. Y eso que enfrente estaba un Atlético ramplón, generoso con el equipo local, que se permitió el lujo de no disparar hasta bien pasado el ecuador de la primera parte. Aguirre tenía claro quién ocuparía la delantera de su equipo la víspera del encuentro, Agüero. Lo que no sabía el técnico mexicano era que el Kun pasaría completamente inadvertido en el área pamplonesa.
OSASUNA 0 - ATLÉTICO 0
Osasuna: Roberto; Azpilicueta, M. Flaño, Roversio, Oier; Juanfran (Masoud, m. 71), Vadozc, Nekounam (H. Font m. 82), Plasil, Ezquerro; y Portillo (Pandiani m. 71). No utilizados: Ricardo; Sola, Josetxo y J. Flaño.
Atlético: Coupet; Perea (Pablo, m. 14), Heitinga, Ujfalusi, Pernía; Maxi, P. Assunção (Forlán m. 53), R. García, Simão, Maniche (Banega m. 88); y Agüero. No utilizados: Bernabé; De las cuevas, Luis García y Camacho.
Árbitro: Pérez Burrull. Amonestó a Juanfran y Pernía.
Unos 17.000 espectadores en el estadio Reyno de Navarra.
Agüero pasó inadvertido en el ataque del equipo madrileño
Con un centro del campo superpoblado por ambos equipos (cinco centrocampistas cada uno), el balón era una presa difícil de mantener. El Atlético salió victorioso en este cometido. Sin embargo, Osasuna supo utilizar mejor sus minutos con él. El asedio de los rojillos tomaba forma en el juego aéreo. Los de Aguirre siguen teniendo muchos problemas defensivos en estas jugadas y Camacho lo sabía. Con la necesaria sustitución de Perea, tras un durísimo golpe en la cabeza que dejó conmocionado al defensa colombiano en un salto con Plasil, Pablo se erigió en dirigente de una zaga que se vio sobrepasada por el empuje osasunista. Y en un balón largo llegó la fatalidad para los rojiblancos. Pernía, más interesado en seguir la trayectoria del cuero que en prestar atención a su marcaje, trastabillaba a Juanfran, que caía dentro del área. Pero Coupet, que se topó por sorpresa con la titularidad tras la salida de la convocatoria del meta titular, Leo Franco, por su inminente paternidad, tenía algo que decir. Y lo hizo sin despeinarse. Detuvo con contundencia el disparo de un Portillo que no se vino abajo tras el fallo, pero que personalizó la funesta capacidad definitoria del colista de la Primera División.
Fue entonces cuando el Atlético entendió que la posesión mal empleada desgasta las ideas. Y Aguirre reaccionó incorporando a un Forlán que desborda fútbol por sus poros. De sus internadas llegaron las mejores ocasiones de los colchoneros, que no fructificaron gracias a un Roberto que parece haberse enfundado definitivamente el jersey de titular en el cuadro local.
Sin embargo, la solidez que desprende la zaga de Osasuna no parece contagiar al resto del equipo. Plasil y Juanfran ponían la velocidad y el atrevimiento a un equipo que ve cómo a medida que se acerca a la portería contraria todo parece difuminarse. La afición navarra conoce a sus jugadores. Sabe que la desesperación es un sentimiento contagioso y autodestructivo. Por eso decora el estadio con pancartas y apoya cada minuto a su equipo. Pero la paciencia es un bien preciado y en ocasiones escaso. Camacho desconoce aún el sabor de la victoria, pero al menos ha probado el del empate. Algo que para Aguirre no sabe igual. Un equipo de la Champions que visita el feudo del último clasificado no puede conformarse con un punto. Y menos si aspira a mantenerse en las posiciones de honor, algo que ya ha dejado escapar.
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