El análisis del psicomorfólogo
Hay tal expectación ante las elecciones a la presidencia de Estados Unidos, y está tan generalizada la impaciencia por saber quién va a sentarse en el Despacho Oval, que he consultado a los psicomorfólogos, los cuales, como quizá recuerde el lector de estas crónicas, en su día ya predijeron el triunfo de Zapatero sobre Rajoy y de Solbes sobre Pizarro en los debates de la tele.
Vuelvo, pues, a visitar al señor Mellado, el fundador de Sicograf, empresa de psicólogos especialistas en grafología y en psicomorfología facial que lleva más de 25 años analizando firmas y fotos de personas desconocidas y diagnosticando si son idóneas para el empleo para el que se postulan. Además, practican la peritación judicial, la pedagogía y otras actividades en las que la fidelidad de los clientes confirma un tanto por ciento muy elevado de aciertos.
Según sus rasgos, Obama tiene un gran talento comunicador, pero es un débil ejecutor y realizador
-Señor Mellado, ¿qué nos dicen la cara de Obama y la de McCain?
-Vamos a fijarnos en tres de los muchos elementos que ofrecen para el análisis. El primero, el "esqueleto". El segundo, el triángulo invertido que forman la línea de los ojos y otras dos líneas que bajan diagonalmente hasta debajo de la boca, que habla de la capacidad general de comunicarse que tiene el individuo. (Obama lo tiene bastante grande, mientras que el de McCain es pequeño.) Y el tercer elemento importante es el "tono" de las carnes, su vitalidad. Bueno, yo creo que la fuerza de Obama está en el triángulo, especialmente en la boca. Ahora, es un tipo inteligente, coherente, capaz de razonar de manera clara... La zona de contacto con la vida, que es la inferior, está algo cargada de atonía... Y luego es riguroso. Yo no sé hasta qué punto un presidente ha de ser riguroso, porque el rigor es lo contrario de la flexibilidad. Para un ejecutivo que se dedica a la organización, al control, a crear proyectos, el control sí es importante, pero este hombre ha de ser dirigido por un grupo, así que debería ser flexible. Y lo siguiente que voy a decirle es malo para ocupar el cargo al que aspira: es obsesivo: la frente abollada, con un surco central muy grande, las sienes y los ojos muy hundidos, que son signos de obsesión, aunque no patológica... Personas con estos rasgos dan muchas vueltas a las cosas antes de tomar decisiones, mientras que un presidente ha de tomar muchas decisiones sobre la marcha. En resumen: un gran talento comunicador y un débil ejecutor y realizador. Respecto a la relación con la masa (de votantes), ha dado imagen de hombre frío, que no se altera pese a los ataques zafios, y es porque es supercontrolado. Da la imagen de abierto y comunicador, pero nunca sabrás lo que piensa; y observa que su sonrisa no tiene fuerza, no es espontánea, natural; es sencillamente convencional.
-Bueno, vamos con su adversario, si le parece bien.
-Mire usted: así como el esqueleto facial de Obama es más bien estrecho y pequeño, el de McCain es todo lo contrario. Tiene un "esqueleto", una personalidad, poderosa. La cabeza es grande, vertical, con un claro abombamiento arriba, lo que quiere decir que es un hombre de mucha reflexión también, un pensador, que tiene iniciativas creativas, pero -siempre gracias a la zona inferior, que es grande- sus pensamientos son pragmáticos, enfocados directamente a la utilidad. Y es ejecutor. ¿De dónde saco esta conclusión? De ese esqueleto grande, particularmente de esa mandíbula poderosa, y de la notable vitalidad de sus carnes, a pesar de su edad avanzada. Es un tipo resolutivo. ¡Cuidado, es autoritario! Y observe el triángulo facial: pequeño, propio de una persona introvertida, reservada... ¿Y de la boca qué se puede deducir? Es pequeña y prácticamente sin labios; por lo tanto, no nos encontramos con un gran comunicador, ni un seductor, sino con un sujeto que dice sólo lo preciso, y nada más. Y los ojos lo confirman: son ojos muy hundidos, propios de mucha reserva mental.
-Entonces, señor Mellado, ¿quién ganará las elecciones?
-Hombre, eso no se lo puedo decir, eso no está en las caras, sino en las urnas.
No importa. Yo, como siempre, he votado por los dos: no me cuesta nada, gane quien gane me aseguro estar del lado del vencedor, y además, para ellos mi apoyo puede ser decisivo.
¡Tal es la grandeza de la democracia!
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