Duelo de canteras

Daniel Parejo Muñoz fue la última perla del Castilla. Tan bien entraba por los ojos, era tan elegante y se complementaba con tanta facilidad con todos sus compañeros, que los viejos socios madridistas soñaron con verle dirigir las operaciones en el centro del campo del Primera. Entre ellos, Alfredo di Stéfano, el presidente de honor. Cuando el pasado verano se enteró de que Pedja Mijatovic, el responsable del fútbol profesional del Madrid, proyectaba traspasarlo, o cederlo, su reacción fue automática: "Si me quitan a Parejo no vuelvo a ver al Castilla".

Desde que Mijatovic autorizó la extraña cesión de Parejo al Queen's Park Rangers, club de la Segunda División inglesa, Di Stéfano no ha vuelto a aparecer por el estadio que lleva su nombre, en Valdebebas. La visita de Di Stéfano al palco, donde tiene un lugar reservado a perpetuidad, era uno de esos rituales invencibles en la vida del ex jugador. En el club aseguran que se ha operado la espalda, y que por eso no acudió a los últimos partidos. Pero hay algo más. Su ruptura con la costumbre es un símbolo del distanciamiento entre los socios y la estrategia deportiva del Madrid, cada vez más reconcentrada en jugadores imposibles -o en jugadores holandeses- y cada vez más lejos de los chicos criados en la escuela de la casa.

"¡Tenemos la gallina en casa y compramos los huevos fuera!", lamentó Di Stéfano

La deriva del Madrid se ha frenado con el regreso accidental de Rubén De la Red, convertido en figura imprescindible para ganar el último partido de Liga, contra el Racing. La deflación del mercado de fichajes ha obligado a los equipos a recurrir a sus canteranos. Salvo el Atlético, el resto de los grandes clubes españoles se han vuelto sobre sus canteras. El Barcelona lo ha hecho con vehemencia, dando la titularidad del medio centro a Busquets, el último debutante. El Madrid ha apostado por De la Red obligado por las circunstancias. ¿Cómo no repescar a un campeón de Europa?

Desde que Florentino Pérez se hizo cargo del club la tendencia en el Madrid ha sido la de considerar la cantera como un apéndice ornamental. En los últimos cinco años, los técnicos del primer equipo han hecho debutar a 18 canteranos. Sólo Torres permanece en el equipo, pero esta temporada no ha jugado.

En las cinco temporadas que pasó en el Barcelona, Frank Rijkaard hizo debutar a 28 jugadores procedentes de la cantera. Cinco siguen en el primer equipo (Jorquera, Messi, Bojan, Víctor Sánchez y Pedrito) y todos han jugado en esta Liga. Todos, marcados por la Denominación de Origen común, llevan el sello de La Masia. El técnico del primer equipo, Josep Guardiola, aprendió a ser futbolista entre sus literas. El noi de Santpedor, que hizo historia como futbolista sublimando la posición del medio centro, ya la ha hecho como entrenador: es el primer jugador formado en la escuela de La Masia que llega a entrenador del primer equipo. Pep, convencido de que el producto autóctono no sólo es fiable sino que a menudo, es mucho mejor que el que viene de fuera, no ha dudado en darle la manija del equipo a Sergio Busquets (Sabadell, 1988) en detrimento de Yaya Touré. "El jugador que pasa por La Masia tiene algo que le hace diferente, un plus que sólo te da haber competido con la camiseta del Barcelona desde niño", asegura Guardiola, que se precia de la educación recibida en sus años formativos.

Míchel es el equivalente a Guardiola en el Madrid. El ex interior, una leyenda del madridismo, es el responsable de la escuela de fútbol de Valdebebas. Y, como Guardiola, piensa que la base del primer equipo debe estar compuesta por canteranos. "Mi función es preparar a los chavales para jugar en el Madrid", dice Míchel. "Yo creo que en la cantera hay jugadores que pueden servir para el Primera. Pero es el club, o el entrenador, el que debe decidir darles la oportunidad".

A diferencia de Guardiola, que no tiene enemigos poderosos, Míchel debe convivir con Mijatovic, que ha formado un frente para expulsarlo del club. De momento, no lo ha conseguido. Los técnicos de la cantera creen que Mijatovic ignora por completo el trabajo de las categorías inferiores porque sólo le preocupan los grandes fichajes.

Di Stéfano piensa lo mismo. Hace dos años, cuando el club fichó a Gago, el presidente de honor lanzó un bufido: "¡Tenemos la gallina en casa y compramos los huevos fuera!".

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