Acento cheli en Chefchauen
La actriz bonaerense, que estrenó ayer la película Una palabra tuya, siempre se acuerda de un viaje improvisado y aventurero que hizo a Marruecos, "literalmente, con dos pesetas, porque el euro ni existía".
¿Cómo se le ocurrió la idea?
En realidad estaba en Cádiz con tres amigos y se nos ocurrió irnos a Marruecos con lo puesto medio en broma. Al final tiramos para Algeciras y cogimos el ferry hasta Tánger. Tardamos siglos en pasar la aduana y hacía un calor insoportable: era pleno agosto.
Supongo que se lanzaron a curiosear por el zoco chico.
Sí, y además yo tenía mucho peligro porque me encantan las pulseras, los anillos... Y encima, al principio se me daba fatal el regateo, así que estuve a punto de dilapidar lo poco que tenía. Al final conseguí controlarme. Bueno, y también aprendí a regatear un poquito.
¿Se movieron de la ciudad?
Sí, agarramos un autobús atestado de gente y de gallinas y conseguimos llegar hasta Chefchauen, precioso con sus casas azules y que por ese entonces estaba más o menos igual que cuando rodaron la película Bajarse al moro. Casi nadie entendía español, así que fueron a buscar a un niño que lo hablaba. No sé cómo, pero el crío tenía un acento cheli total. Gracias a él conseguimos que nos alojaran en una casa.
Y por lo que se ve, sobrevivieron.
Sí, teníamos el dinero justo para comernos todos los días un cuscús con su típico pan marroquí. También conseguimos llegar hasta Asilah, una encantadora ciudad fortificada al sur de Tánger. Fuimos en un taxi colectivo que, aparte de desafiar las leyes de la física en cuanto al número de ocupantes, iba a toda velocidad.
A la playita, entonces.
Estuvimos un día. Estaba prácticamente desierta, puesto que en Marruecos casi nadie va a la playa. Como el sitio donde dormíamos estaba lejos, conseguimos que un señor que pasó con un carro tirado por un burro nos llevara de vuelta.
Se las apañaron genial.
Justo hasta el final, cuando nos bajamos del ferry en Algeciras no teníamos ni un duro: cero. Nos pusimos a hacer autoestop para volver a Cádiz y tardamos horas en conseguirlo. Estábamos tan zarrapastrosos que nadie se atrevía a llevarnos.
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