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Crítica:MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El mejor de los Brahms

Es probable que una de las mejores opciones, quizá la mejor, que se pueda encontrar hoy en el mundo para escuchar la integral de los Tríos para violín, violonchelo y piano de Brahms sea la que ofrece el trío formado por los hermanos Renaud y Gautier Capuçon -violín y violonchelo respectivamente-, y el pianista norteamericano Nicholas Angelich. La grabación discográfica de los Tríos de Brahms les valió a estos músicos en alza internacional el Premio de la Crítica Discográfica Alemana y son requeridos en todos los escenarios para interpretar estas obras.

El Festival de Músiques de Torroella de Montgrí, buen sabedor de que los Capuçon cocinan hoy uno de los mejores Brahms del mundo los convocó en la iglesia de Sant Genís ante su público, una audiencia experimentada que aprecia las interpretaciones de calidad.

Concierto de renaud capuçon, violín; gautier capuçon, violonchelo, y nicholas angelich, piano

Tríos de Brahms. Església de Sant Genís. Festival de Músiques de Torroella de Montgrí. Torroella de Montgrí (Girona), 20 de agosto.

Ímpetu y melancolía

Los tres Tríos de Brahms, encarnan de un modo casi tópico las tres edades de Brahms. El primero, el Trío Op.8, aunque fue revisado años más tarde, muestra aún la influencia de Schumann, su estructura es clara y diáfana y en esta pieza los momentos de ímpetu se alternan con deliciosos ensimismamientos melancólicos. El segundo, el Trío Op.87, habla con autoridad de cosas importantes, está cargado de fuerza, drama y tensión. Finalmente, el tercero, el Trío Op.101, conserva el ímpetu y la fuerza de los anteriores, pero añade unos momentos de recogimiento, serenidad y paz espiritual totalmente nuevos. El más hermoso es el primero, pero el más sabio es el último.

Los hermanos Capuçon y el pianista Angelich ofrecieron a cada obra el tratamiento que necesitaba, pero en líneas generales tendieron a un Brahms musculoso, potente, de fraseo amplio e intensamente expresivo, un Brahms de colores fuertes, sabores intensos y temperatura alta pero sin caer jamás en el exceso, el despropósito o la afectación.

Los intérpretes capturaron totalmente la atención del público y había en la iglesia aquel silencio concentrado de las grandes noches de concierto. Realmente aquellos músicos nos hicieron vivir durante un par de horas en el mejor de los Brahms posibles.

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