La justicia es una máquina
Tras la protesta de Serbia, la FINA demuestra con tres métodos distintos que Phelps fue el ganador
Los responsables del equipo serbio de natación presentaron una protesta formal ante la FINA (Federación Internacional de Natación) tras repasar el vídeo de la llegada de la final de 100 metros mariposa. Milorad Cavic, según los serbios, había tocado la placa de contacto antes que Michael Phelps. Rápidamente escribieron la apelación alegando que las tomas que vieron en la televisión demostraban que los dispositivos sumergidos no habían reaccionado al contacto de la mano de su nadador. Ben Ekumbo, el árbitro a cargo de la final, defendió la fiabilidad de las placas de contacto de Omega, que es patrocinador de la FINA y del COI. El incidente dio la posibilidad a la FINA de celebrar una conferencia de prensa en la que un grupo de cinco funcionarios, incluido el juez, exaltaron la infalibilidad de Omega. Entre las decenas de curiosos que se agolparon en la sala hubo quien entró de lleno en la metafísica: "Señor Ekumbo, ¿podría determinarse por cuántas milésimas de segundo ganó Phelps?".
Según las fuentes consultadas en Omega, el sistema de placas se utiliza sin problemas desde los Juegos de 1968. Consiste en 16 placas impermeables adheridas a los extremos de las ocho calles de la piscina, dos por nadador. En el interior de cada una operan dos dispositivos independientes de detectores ultrasensibles. Uno funciona con la instalación eléctrica general. Por si falla, hay otro alimentado a pilas. Los dos registran simultáneamente los resultados. Si uno se apaga, el otro sigue activo. Si no coinciden, Omega y Ekumbo, aseguran tener una garantía superior. "Bajo la piscina hay una sala a la que no puede entrar nadie salvo los árbitros", dijo el colegiado. En ese lugar secreto se dispone del ordenador que vela por el buen funcionamiento de la justicia acuática. El aparato, conectado a un grupo de cámaras capaces de hacer 100 fotos por segundo, coteja la coincidencia de imágenes y tiempos.
Omega asegura que los cronómetros también miden las carreras en milésimas de segundo, pero estos resultados también son secretos. Resulta que, según Omega, las calles de la piscina no son exactamente igual de largas porque la arquitectura no es capaz de cuadrar estructuras infinitesimales. Esto implica que cada nadador recorre distancias infinitesimalmente distintas y que, por tanto, hay una injusticia microscópica subyacente que quedaría revelada en milésimas de segundo. Esto no quedaría bien, según Omega.
Ekumbo dijo que, al ver las pruebas electrónicas, los serbios se maravillaron. "Les ofrecí repasar el vídeo por sí mismos, aunque el reglamento no les da ese derecho. Estuvieron de acuerdo con el vídeo a pesar de que podrían haber apelado ante el jurado de la FINA. Porque no es el ser humano el que hace el juicio. Es el sistema electrónico".
Cavic, el derrotado, explicó su visión del asunto: "Antes de la carrera, mi entrenador me llamó para afeitarme unos pelos que me vio en la nuca. Me ha dicho: 'Te los voy a quitar, no sea que pierdas el oro por una centésima".
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