UNA CAFETERÍA EN BARSTOW
SEC. 17 INTERIOR/DÍA - CAFETERÍA EN BARSTOW
DENNIS y AMANDA están sentados frente a frente en una cafetería de un pequeño pueblo de carretera del Estado de Tejas. Es por la mañana y hay poca gente. Dennis va dando pequeños sorbos a su gran taza de café. Están esperando que les traigan el resto del desayuno, la comida. Así permanecen un buen rato. Cada uno en sus pensamientos, o sin pensar nada de nada, simplemente están allí.
AMANDA. ¿Has estado casado alguna vez?
DENNIS. Sí, una vez.
AMANDA. ¿Y qué pasó?
DENNIS. Murió.
AMANDA. ¿Cómo?
DENNIS. La maté.
AMANDA. ¿La mataste?
DENNIS. Sí.
AMANDA. ¿Cómo?
DENNIS. Da igual cómo. La maté. (Pausa). De un tiro.
Silencio.
AMANDA. ¿La querías?
DENNIS. Sí.
ELLA LO PASA FATAL. EMPEZÓ POCO A POCO. ESTAS COSAS ENTRAN SIN AVISAR. EMPEZÓ A VER MUCHOS PROBLEMAS DONDE NO LOS HABÍA
AMANDA. ¿Entonces por qué la mataste?
DENNIS. Porque no tuve otra opción. Tuve que hacerlo. ¿Qué más da? ¿Podemos hablar de otra cosa?
AMANDA. ¿De qué quieres hablar?
DENNIS. De nada. En realidad no me apetece hablar de nada. Quiero beber mi café.
Silencio.
AMANDA. ¿Estás enfadado?
DENNIS. No.
AMANDA. ¿Seguro?
DENNIS. No estoy enfadado.
Silencio.
AMANDA. ¿La echas de menos?
DENNIS. No. (Pausa.) No sé... supongo que no.
AMANDA vuelve la vista sobre el gran ventanal que da a la carretera. Contempla el tráfico unos segundos. Se queda pensativa. Silencio.
AMANDA. Yo nunca he estado casada.
DENNIS la mira. No dice nada. Ella continúa con su mirada clavada en la ventana. El tráfico pasando, gente que empieza a salir de sus casas. Llega la camarera con el resto del pedido del desayuno: unos huevos con beicon y unos pancakes.
No me apetece seguir. Además, una escena en una mañana tampoco está mal. Hay días que no consigo escribir nada. No sé por qué empecé este guión. De costumbre no empiezo a escribir hasta que no tengo claras tres cosas: la estructura de la historia, la forma de rodarla y el presupuesto. De esta película únicamente tengo clara la historia, pero ni sé cómo rodarla ni tengo la más remota idea de cuánto puede costar ni cómo financiarla. Estoy escribiendo en castellano pero luego habrá que traducirla. Habrá que traducirla por un guionista o un escritor que sepa imprimirle el tono adecuado a los diálogos. No sé si tiene mucho sentido escribir así. Intento pensar cómo hablan los americanos mientras escribo en castellano. El ritmo luego cambiará, todo cambiará. He pensado en Harvey Keitel para interpretar a Dennis y en Scarlet Johansson para Amanda. Es un casting algo predecible pero puede funcionar. Nunca he trabajado con actores conocidos y menos con estrellas de Hollywood. Es todo muy ajeno a mi manera de hacer cine en España. No sé si tiene sentido seguir; no sé si llegará a buen puerto esta película.
Seguro que de un momento a otro me llama mi madre. Ayer estuve en Valencia con ella. En realidad fui porque tenía que comer con un alto funcionario valenciano para hablarle de la última película que acabo de rodar. Me falta completar una parte de la financiación y necesito dinero valenciano. Aproveché que estaba ahí para darme un salto a verla. Ayer no fue un buen día para ella. En realidad, casi todos los días son malos, pero ayer fue especialmente malo. Hace dos meses, una gotera de un vecino estropeó la pared del salón. En una semana estaba todo el suelo levantado por las filtraciones. En dos más, toda la casa patas arriba. Ayer, por fin vinieron a pintar. El caso es que mi padre no estaba y mi madre no se dio cuenta de que lo pintaron mal. Demasiado oscuro. Realmente lo pintaron muy mal; no tenía el mismo tono que el resto de la casa. La culpa, entiendo, fue de los pintores. Se supone que deberían darse cuenta de cuál es el buen color, es parte de su trabajo; pero en estas cosas hay que estar muy encima y mi madre se despistó. Resultado: gran bronca con mi padre por culpa de la pintura. Mi padre está agotado. Está al borde de sus fuerzas. Desde que a mi madre le empezó la depresión ha sido un infierno para todos, pero sobre todo para él. También para ella, claro. Ella lo pasa fatal. Empezó poco a poco. Estas cosas entran sin avisar, sin que apenas nos demos cuenta. Empezó a ver muchos problemas donde no los había. Problemas con la casa, con el coche, con todas las cosas. Luego empezó a obsesionarse con su cuerpo y con los médicos. Empezó a no dormir. Mi padre le decía que en realidad dormía más de lo que ella decía, pero no había manera de que se pusieran de acuerdo. Un día eran cuatro horas; otro dos; otro ni una sola hora dormida. Y cada vez más obsesionada con su cuerpo, con la ropa. Como no dormía, o dormía mal, empezó a adelgazar. Y, contrariamente a lo que se cree, adelgazar no siempre es bueno. Llevamos un año y medio con mi madre muy delgada y deprimida. Ha cambiado de médicos treinta veces, de pastillas otras tantas y ya no sabemos a quién acudir. Mi tendencia natural a extrapolar los problemas de los individuos a causas generales, me hace pensar en nuestra sociedad; en esta sociedad de consumo y bienestar que tanto nos gusta. Mi mujer, Laura, a veces también sufre pequeñas neuras. Que si me siento gorda, que si estoy fea, que si nada me queda bien. A veces es para llamar mi atención, para que le haga algo más de caso. Pero otras veces noto que realmente atraviesa pequeñas crisis de autoestima pasajeras. Tiene dos años más que yo, y a mí me parece una mujer muy atractiva. A mí ella me encanta, pero no siempre consigo convencerla de ello. ¿Por qué sufren ese problema tan recurrentemente las mujeres? ¿Acabará Laura como mi madre? Espero que no. Espero que a mi madre se le pase pronto. Es un verdadero infierno. Para ellas y para nosotros.
Vuelvo a mi guión americano. Puedo escribir un poquito más.
SEC. 18 EXTERIOR/DÍA - CARRETERA
DENNIS conduciendo por la carretera. AMANDA va a su lado. Están en silencio. El coche avanza a través de campos y pequeñas casas aisladas. Avanzan en silencio.
Suena el teléfono. Es mi madre. Me dice que por fin los pintores han dado con el color adecuado de la pared. Mi padre ha salido a dar un paseo.
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