"Las exposiciones son una coartada para la inversión pública"
Emilio Cassinello fue la primera persona a la que visitó Emilio Fernández-Castaño cuando lo nombraron comisario general de la Exposición de Zaragoza 2008. El primer Emilio, diplomático como el segundo, había sido el comisario general de la Exposición Universal de Sevilla en 1992, y Fernández-Castaño buscaba consejo. En 16 años, han cambiado muchas cosas: la era de los descubrimientos ha dejado paso al desarrollo sostenible y al agua, tema principal de la exposición aragonesa. A pesar de las críticas que recibió el evento andaluz -antes, después y durante-, ambos comisarios lo reivindican y lo ponen como ejemplo a seguir por la exposición inaugurada la semana pasada.
Pregunta. ¿Qué ha aprovechado Zaragoza de Sevilla?
"Llamamos a la posexpo de Sevilla Cartuja'93 y fue un error"
"Tras la exposición, hay un periodo de maduración de 10 años"
"Zaragoza recoge la antorcha simbólica de la modernidad de España"
"Sería un fallo creer que hay que hacer lo contrario que Sevilla"
Emilio Fernández-Castaño. La referencia de Zaragoza en muchas cosas es Sevilla.
Emilio Cassinello. Es razonable y lógico. Es la anterior exposición a Zaragoza.
E. F.-C. Una exposición, yo la valoro en tres planos: primero, cómo contribuye a actualizar la imagen del país que la realiza; segundo, cómo ayuda a la ciudad que la alberga; y tercero, cómo sirve de proyecto de desarrollo regional. Sevilla sale muy bien parada en los tres aspectos. Tenemos el mejor sur de Europa, porque se decidió empezar por el sur en elementos de desarrollo territorial estratégico.
P. ¿Tan relevante creen que fue la Expo'92 en ese aspecto?
E. C. Tan relevante como que sin ella, no es que no tuviéramos AVE hoy, pero se hubiera retrasado su puesta en marcha.
E. F.-C. Desde el punto de vista de la vertebración territorial en la península Ibérica, esa exposición ha sido un hito. Para la ciudad, la circunstancia de la Expo propició que el Estado hiciera un esfuerzo de equipamiento que sigue disfrutando.
E. C. Todas las exposiciones son una coartada para la inversión pública.
P. ¿Es necesaria la coartada?
E. C. Es necesaria porque hay mucha demanda. Los fondos son escasos y si no se tiene un pretexto -un pretexto válido y razonable dentro del planteamiento de esa Expo, en el que entren infraestructuras- no se impone un proceso de aceleración [de inversiones]. Un proceso que viene por un compromiso internacional que hace que haya una agilización de procedimientos que si no, no se daría.
E. F.-C. Aragón con esta Expo saca partido a su situación geográfica como el centro del cuadrante nororiental [de la península Ibérica], el más dinámico de la economía española. Las inversiones se habrían hecho, pero no tan pronto. Hoy tenemos una autovía que une Valencia y el Cantábrico pasando por Zaragoza y que desenclava Teruel. El AVE Barcelona-Madrid, las rondas de circunvalación de Zaragoza, y eso hace que Zaragoza pueda sacar partido en su beneficio y en el de las regiones vecinas.
P. También, el turismo se beneficia y forma parte de ese elemento dinamizador.
E. C. Sevilla triplicó su oferta turística, en los años previos a la Expo. Es verdad que es un elemento dinamizador de la economía. También hay un patrimonio acumulado intangible de demanda cultural nueva asociada a los programas de una exposición.
P. En 1992, la Expo y los Juegos Olímpicos presentaron un país con una trayectoria democrática corta, pero exitosa. ¿Qué presentamos 16 años después?
E. C. Sevilla fue portavoz de la modernidad europea de España. Zaragoza toma esa antorcha simbólica de reiteración del mensaje del mundo contemporáneo y moderno español. Es decir, no nos hemos quedado allí, nos movemos. Ese mensaje hay que reiterarlo periódicamente intentando conseguir una visibilidad máxima. Zaragoza ha cogido la antorcha simbólica de la reiteración de la modernidad de España.
P. ¿Hubo errores en Sevilla? ¿Han aprendido de ellos?
E. F-C. Yo he descubierto la Expo de Sevilla como comisario de Zaragoza. Fui a Sevilla varias veces como visitante, pero ahora hago un balance muy positivo que es el que hacen hoy los sevillanos. Entonces hubo un sector de los sevillanos que no lo hizo, fue quizá el talón de Aquiles de aquel magnífico acontecimiento. Hay quien dice que los errores se cometen dos veces: una cuando se cometen y otra cuando se cree que la solución es hacer lo contrario. Nosotros intentamos no cometer ese error. Sería un fallo creer que hay que hacer lo contrario que Sevilla.
E. C. El único error que confieso yo es llamar a la posexpo con un nombre de una fecha cercana a la clausura. Todos creen que ya está todo hecho. Nosotros llamamos a la posexpo Cartuja'93. En este país, implacablemente impaciente, cerramos la exposición y la gente esperaba ya que la gente volviera a renacer con la misma fuerza. Entonces empezaron a hacer unas críticas verdaderamente injustas y crueles. Mire usted, deme un poco de tiempo. Esto va a pasar de ser una Exposición Universal con unas reglas dadas por unos acuerdos internacionales a un parque tecnológico con unas características específicas. Eso no pasa de la noche a la mañana. Tendríamos que haber puesto Cartuja 2002 o 2003, ¡por lo menos! Hoy el espacio está complemente aprovechado, al 100%, y hay veintitantas mil personas trabajando en el recinto de la exposición de Sevilla, y hay mucha más demanda que posibilidad de oferta.
E. F.-C. Hay que señalar que las exposiciones internacionales no universales tienen características que hacen que el proyecto sea más coherente. En las universales [como Sevilla], el Estado anfitrión pone a disposición de los participantes parcelas donde cada uno construye su pabellón; en las internacionales, el anfitrión construye la infraestructura general del recinto. En Zaragoza la proporcionamos a los participantes la estructura de los pabellones. Y eso, que es una carga, también es una oportunidad, porque permite diseñar el recinto no sólo para la expo, sino también para la posexpo.
P. ¿Y cómo se prepara la posexpo?
E F.-C. Hablamos de emociones fuertes. Toda emoción tiene su anticlímax, es inevitable. Yo aspiro a lo que pasó en Sevilla, que es el buen sabor de boca. Será inevitable la nostalgia.
P. Se hace un gran esfuerzo inversor. Todo eso genera un impulso que no tiene que decaer.
E. F.-C. La posexpo en Zaragoza está muy estudiada. Es un periodo de maduración que tiene unos 10 años, porque, de lo contrario, no habríamos aprovechado la oportunidad de inversión que supone la expo. Inevitablemente se produce un anticlímax justo después, pero no hay que parar la foto ahí.
E. C. Hay una bajada de tensión que no puedes mantener de ninguna manera. Eso no quiere decir que no haya una planificación para aprovechar lo que se ha producido.
Va a haber muchos más visitantes en Zaragoza después de la Expo de los que había antes, como le ha pasado a Sevilla. Mucha gente cree que Sevilla era una ciudad turística importantísima. Y a Sevilla la gente iba un día. A partir de la Expo, la media de estancia se multiplicó por mucho, por cinco, por seis. Lo mismo le va a pasar a Zaragoza. También la atracción de empresas tecnológicas, hay un patrimonio innovador acumulado después de la expo que significa un aprovechamiento en términos de rentabilidad social elevadísimo. -
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