El gran 'ochomil' de Suiza y Austria
Salvo Bélgica en 2000, los anfitriones siempre han alcanzado las semifinales, pero los actuales no tienen pedigrí
Austria y Suiza son un caso singular. Dos países enquistados en la médula europea sin heráldica futbolística alguna; dos viveros, eso sí, de aquellos deportes que se relacionan con la naturaleza. En principio, ninguno de los dos anfitriones está al nivel de sus conspicuos huéspedes en esta Eurocopa y todo hace presagiar que igualarán el registro de Bélgica, que en la edición de 2000 se convirtió en el primer y único organizador del torneo que no alcanzaba al menos las semifinales. Desde que se bautizara el campeonato en 1960, cargar con el evento ha tenido su contrapartida.
Esta vez, sobre todo en lo que se refiere a Austria, los vaticinios son nefastos. Antes de su puesta en escena, mañana en Viena ante Croacia, hoy le llega el turno a su vecina Suiza, que se mide en Basilea ante la República Checa (18.00, Cuatro y Digital +) en el partido inaugural. El aspecto de los suizos no es tan deprimente.
La selección helvética se ha renovado y es la segunda más joven: 26,3 años de media
Tras años con inmigrantes en el banquillo (Uli Stielike, Roy Hodgson), Suiza recurrió en junio de 2001 a Kobi Kuhn, un centrocampista del Zúrich de los años sesenta que desde mediados de los noventa se había encargado de acunar a las categorías inferiores de la selección helvética. Quizá por ello, este mundialista en Inglaterra 66 no tuvo reparos en liquidar a la generación con más púrpura, la que encabezaban Chapuisat, Sforza, Turkyilmaz y Sutter. Kuhn tiró de probeta y hoy se presenta con la selección más joven del campeonato (26,3 años de media) tras la rusa (26,2) y el futbolista benjamín: Eren Derdiyok (19). La mayoría de los convocados se alistan en la Bundesliga, caso de Alexander Frei, el goleador del Borussia Dortmund, y Tranquillo Barnetta, el diesel del Leverkusen. El central Philippe Senderos, compañero e íntimo amigo de Cesc en el Arsenal, y el medio centro Gokhan Inler, guía del Udinese, completan la línea pretoriana de una selección que jamás ha alcanzado unos cuartos de final.
Austria, por su parte, se mantiene en la sala de espera con una palidez extraordinaria: ha perdido 52 de sus últimos 72 partidos, no tiene jugadores de referencia -salvo Vastic, el más veterano de la Eurocopa con 38 años- y un grupo de compatriotas encabezado por Michael Kriess, hijo de un ex internacional, movilizó a miles de compatriotas para intentar que la selección se retirara. "Somos un país de estetas y cada vez que juega la selección de fútbol aumenta el número de austriacos deprimidos", confesó Michael, que a través de www.rueckgrat.cc llegó a reunir más de 10.000 firmas. "Ignoraba por completo que en Austria hubiera 10.000 idiotas", espetó Herzog, ex capitán austriaco, al conocer la campaña Austria tiene valor. Por una Eurocopa sin Austria. Hoy no hay huella alguna de aquel equipo que a finales de los setenta alistaba a jugadores como Krankl, Pezzey, Prohaska y Schanner. En la selección actual sólo hay pistas de Andreas Ivanschitz, un zurdo que ejerce de capitán y que milita en el Panathinaikos. El chico no tiene grandes méritos deportivos, pero sí cierto gancho mediático y una vida rosa.
Es la hora de las cenicientas, aunque en ambos países rebobinen estos días al Mundial 2002 y subrayen el efecto Corea.
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