Borís Shakhlin, 'el gimnasta de hierro'
Ucranio, ganó trece medallas olímpicas, siete de ellas de oro
Hubo un tiempo en que la gimnasia masculina era cosa de japoneses y soviéticos. Llegaban los Juegos Olímpicos y las únicas banderas que subían al mástil de la victoria eran la de la hoz y el martillo y la del sol naciente. En esa época, finales de los años cincuenta, principios de los sesenta del siglo pasado, triunfó el ucranio Borís Shakhlin (Omsk, 1932), que murió el viernes en Kiev de un ataque al corazón, la misma dolencia que le llevó a dejar el deporte cuando tenía 35 años.
A lo largo de su carrera, Shaklin ganó 13 medallas olímpicas, siete de ellas de oro, en tres Juegos diferentes: Melbourne 1956, Roma 1960 y Tokio 1964. Los más veteranos de la gimnasia recuerdan a un gimnasta impasible, de nervios de acero, cuando subía a los aparatos. Su seguridad y su semblante serio, sus rasgos marcados, hicieron que le apodaran el hombre de hierro. "Fue el primero en dar importancia a la concentración", recordaba ayer la revista especializada International Gymnast.
Participó en tres Juegos Olímpicos, pero sus Juegos fueron los de Roma en 1960. En la capital italiana ganó el concurso completo, el que define al mejor gimnasta del mundo, y otros tres oros, dos platas -cedió el triunfo por equipos a los japoneses- y un bronce. Esto significa que subió al podio en siete de las ocho pruebas olímpicas de su deporte. Shakhlin fue el único atleta con cuatro oros en esos Juegos. De este gran éxito, la prueba que más le gustaba recordar, la que relataba con mayor cariño, era el bronce en la barra fija. En mitad del ejercicio de la final, a Shakhlin se le rompió un callo. La mano empezó a sangrar. Y a pesar de ello logró terminar el ejercicio y llevarse una medalla a casa.
Esta anécdota define el carácter de un atleta formado en la más estricta disciplina soviética. Huérfano desde niño, fue criado por sus abuelos y empezó a entrenarse cuando tenía 12 años, en Siberia. A los 19 años se trasladó a Kiev. Para entonces ya fumaba. Eran otros tiempos. Los de los grandes duelos entre Rusia y Japón.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.