Genaro Borrás, médico de la selección española de fútbol
Tuvo bajo su cuidado a tres generaciones de futbolistas
El fútbol, más que cualquier actividad, precisa de antihéroes, gente sin ambiciones desorbitadas ni percepciones místicas, capaces de conservar el equilibrio y saber en todo momento quiénes son y cuál es su deber. Genaro Borrás, el médico de la selección española, pertenecía a esta especie tan poco habitual en el negocio del balón. Era un traumatólogo y un humanista, capaz lo mismo de operar ligamentos que de discurrir sobre Mozart. Lo hacía todo sin darse mucha importancia y sabía reírse del mundo tanto como de sí mismo. Como dijo un empleado de la federación, conmovido por la pérdida: "Genaro parecía aterrizado de la Luna".
Su muerte, tras luchar durante cinco meses contra un cáncer de pulmón, dejará al equipo menos provisto de ciertas medicinas espirituales indispensables. Cuando España viaje a la Eurocopa de Austria y Suiza, el próximo mes, lo hará despojada del tacto científico y humano de este gallego que veía el mundo a través de la óptica del puerto de Vigo. El hombre nunca perdía de vista su origen. Instrumentaba el sentido del humor vernáculo para maniobrar entre los egos de directivos, seleccionadores, y jugadores por igual. En las prolongadas calmas chichas de las concentraciones, cuando el tedio, el aislamiento, y la distancia -Chicago, Corea o Rotterdam- hacían aflorar las manías persecutorias, la ansiedad y los temores en general, Borrás siempre tenía palabras tranquilizadoras. Cuando la tensión y el pesimismo atrapaban a los expedicionarios, el médico sabía descongestionar el ambiente con una frase capaz de activar la risa: "¡Ah! ¿Pero es que nosotros somos los de rojo?".
Genaro Borrás, que tenía 62 años, se licenció en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela y se especializó en Traumatología y Medicina Deportiva en la Complutense de Madrid. No consta qué institución le enseñó a desdramatizar, o si su habilidad fue simplemente un don. Pero es indudable que su capacidad para espantar fantasías tormentosas le avaló entre los futbolistas profesionales, adolescentes susceptibles -y supersticiosos- que suelen juzgar con microscopio a médicos y a entrenadores.
El médico vigués recordó el minucioso examen al que fue sometido por sus pacientes. También consideró su triunfo. No le faltaron motivos para sentirse orgulloso. A su temperamento para manejarse entre vestuarios, tanto como a su ojo clínico, debió su prolongada carrera en el fútbol.
Borrás fue el responsable médico del Celta de Vigo durante 25 años y empezó a servir en la federación cuando acudió con la selección olímpica a los Juegos de Barcelona. El oro de 1992 constituyó su primer trofeo. Y el último en la categoría absoluta. Trabajó a cargo de cuatro seleccionadores: Javier Clemente, José Antonio Camacho, Iñaki Sáez, y Luis Aragonés. Acudió a tres Mundiales y dos Eurocopas, y la lista de futbolistas bajo su cuidado abarcó tres generaciones: desde la quinta del Buitre hasta la quinta de Cesc, pasando por el esplendor de Hierro y Guardiola, y la trayectoria de Raúl al completo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.