Tuset
Salvando las diferencias, a la feliz Tuset Street de los sesenta le pasó una cosa similar que a la Carnaby Street ocupada por los mods. Huidos del sueño de hacer el amor y no la guerra en un mundo menos neurótico, la crisis del 73 comenzó a agrietar las aceras de esas dos calles hasta convertirlas, en el caso inglés, en un pasaje dedicado a los souvenirs baratos con lady Di como icono, y en el caso barcelonés, en una calle de negocios que intentaban dar oxígeno a una enferma terminal.
Con el nuevo siglo, Carnaby Street ha vuelto por sus fueros, aunque, como cabía esperar, convertida en una sucesión de escaparates a mayor gloria de las grandes marcas de ropa. Ya dijo Maki Navaja en pleno post modernismo que en un mundo sin ética, sólo nos quedaba la estética. Con estética o sin ella, parece que también la calle de Tuset está despertando del olvido, y poco a poco vuelve a mostrar las témporas a los ciudadanos. Sin estridencias y con un talante políticamente muy correcto.
Prueba de esta revitalización sin toma de la Bastilla es la nueva apertura del Tuset en el lugar en el que reinó y agonizó lentamente el gran Reno. Adquirido por la familia Olivé, saga que cuenta con varios restaurantes en la ciudad de los naufragios, el nuevo local ha sido rebautizado y transformado siguiendo unas pautas que aseguran el éxito: un decorado que relaja las pupilas tatuadas de power point y ralentiza el tiempo de unos comensales a los que se les hace sabiamente partícipes del ajetreo de las cocinas y del oficio del cocinero Joan Clotet, y una oferta gastronómica que es un suave masaje para el estómago. Quien busque hostias sensoriales, de esas que logran anclarse en la memoria de los románticos dispuestos a descubrir las puertas gustativas de Tanhaüsser antes de perecer como lágrimas en la lluvia, el Tuset no es el lugar adecuado. El nuevo local lleva el sello Olivé en estado puro, cocina sin estridencias, transparente, más hipotensa que hipertensa, sin trampa ni cartón. Habrá platos más redondos que otros, como las croquetas, o la ensalada de espinacas, pero a la hora del café, uno tiene la sensación de que, si bien no ha dado la vuelta al mundo, el viaje ha sido agradable y volverá a realizarlo la semana siguiente.
- Lo más: la ventresca de atún con sésamo, estupenda, pura mantequilla.
- Lo menos: demasiado tomate en las mongetes del ganxet con chipirones y almejas.
- Dirección: Tuset, calle Tuset, 27. Teléfono 93 200 91 29.
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