Estruendo en la 'catedral'

Había un equipo y había un colectivo. El equipo, el Athletic, jugaba con ganas, mejor que nunca, muy suelto, hasta probando lo que nunca intentaba: la pared, el taconazo, el primer toque. Y ganó y goleó por primera vez en el año y soñó más que con resultados con rescatar el fútbol que tenia escondido.

El colectivo, el Valencia, corría, se miraban los unos a los otros, gesticulaban, hablaban, incluso gritaban. Pero jugaban poco, a pequeñas rachas. Y recibían goles y más goles, sin saber cómo, por todos los lados y de todas las maneras

Y ganó el equipo porque sumaba más que el asustado colectivo que estaba a punto de despedirse del jefe del banquillo, de la peor manera posible, tras haber ganado la Copa y de asomarse a las puertas del descenso. Casi sin darse cuenta se encontró con dos goles muy inesperados porque la cosa empezó alocada más que vibrante, tan alocada que Yeste se lastimó el tobillo en dos ocasiones con solo 11 minutos de juego, Susaeta y Caneira decidieron competir a cabezazos en cada balón aéreo.

Tan alocada estaba que hasta el gol fue una sucesión de coincidencias, salvo una. Susaeta es un futbolista joven con mucho talento. Ayer enseñó muchos de sus pecados de juventud, pero le sobra atrevimiento. Por ejemplo, salió entre tres defensas dentro del área con un escorzo, asistió a Llorente que disparó contra el brazo de Albiol (mano involuntaria) y el balón le fue a Javi Martínez que la pegó mal, pero volvió a dar en Albiol y se fue al otro lado del que tenía que ir. Un gol afortunado surgido de la inteligencia. Al Athletic le sirvió para mucho. Ahí acabó la locura y comenzó su período de disfrute. Desde entonces nunca había visto en toda la temporada San Mamés tantas paredes, tantos taconazos, tantas combinaciones al primer toque. Aquello no era un Van Gogh, pero el cuadro tenía venta en galería.

El Valencia miraba, asistía atónito, impávido a la prueba de fuerza que le exigía el Athletic, con el trivote Koeman que le atenaza y le frena y le despega de sus mejores futbolistas. Koeman ponía físico en el centro del campo (Marchena, Baraja y Maduro) y resulta que Javi Martínez, él solo, se bastaba para frenar al Valencia y para imponer incluso el control del balón. Efervescente, el segundo gol se dibujó en cien metros, al estilo inglés hasta el remate de Llorente. Y el tercero, de Llorente tras una vaselina fallida. Y el gol, en un jugadón de Iraola, el lateral derecho. Y el quinto, en un cabezazo de Aduriz. Y en casi todos ellos, Etxeberria dando pases de gol, por arriba y por abajo.

Entre medio, un gol de Villa tras un rebote en Amorebieta. Y Koeman mirando hacia el suelo, sentado, sin saber qué hacer, quizás despidiéndose en la Catedral de la peor manera posible.

Athlétic 5 - Valencia 1