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Zancadilla al crecimiento

El encarecimiento del petróleo, que ha doblado su precio en menos de tres años, agudiza la crisis financiera mundial y contribuye a una caída generalizada del consumo

El petróleo ha vuelto a ser el protagonista de los mercados de derivados en Europa y EE UU al superar su cotización todos los récords. Sin embargo, lo preocupante no es esta subida, sino el momento en que tiene lugar. En plena contracción de una economía global obligada a afrontar restricciones generalizadas de crédito y una caída también general del consumo. El alza del crudo, en suma, agudiza la gravedad de la crisis.

En tres años el petróleo ha duplicado su precio y en la última semana el barril ha alcanzado los 112,21 dólares en Nueva York. Esa subida en el coste de un recurso tan básico profundiza la crisis del sistema energético y proyecta sobre las economías avanzadas amenazas adicionales de recesión. El consumo se repliega y se avivan los temores inflacionistas.

Los productores culpan de la situación a la depreciación del dólar porque anima a los especuladores a comprar derivados. "Se produce más petróleo que se consume", dice el ministro saudí Alí al Naimi, que, junto a otros miembros de la OPEP, no tiene ninguna intención de revisar cuotas de producción.

Las petroleras occidentales fijan el suelo del crudo, con costes asociados a la explotación de nuevos yacimientos, entre los 70 y 80 dólares el barril. A final de mes países productores y consumidores están convocados en Roma al Foro Internacional de la Energía, donde se debatirán caminos de encuentro. Todo parece indicar que será una reunión estéril porque ni unos ni otros controlan el mercado de derivados, el especulativo, adonde han acudido como refugio tras el estallido de la crisis crediticia.

Ya hay analistas que predicen que la próxima corrección se producirá en el mercado de derivados. Otros destacan un aspecto positivo; gracias a la acumulación de liquidez, los países productores han acudido a capitalizar y socorrer a bancos sacudidos por problemas de las hipotecas subprime. Entretanto, siguen las exploraciones de nuevos yacimientos, eso sí, en condiciones tecnológicas mucho más complejas y sofisticadas y en condiciones económicas mucho más onerosas.

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